La Ciudad

Cumplió 30 años alfabetizando en Roldán y debió reinventarse en pandemia

Funcionó siempre como un lugar de inclusión para jóvenes y adultos que no terminaron sus estudios. En plena cuarentena "los docentes han salido con mucho esfuerzo y llevan tareas a algún punto especial del barrio o domicilios", cuenta su directora.

El Centro de Alfabetización para la Enseñanza Básica de la ciudad cumplió 30 años el pasado 3 de septiembre. Funcionó siempre como una propuesta educativa y pedagógica, destinada a jóvenes y adultos mayores de 14 años que no pudieron continuar sus estudios o finalizarlos. “Haber cumplido 30 años representa muchísimo para nosotros. La palabra exacta es orgullo”, dice Susana Orellano, coordinadora regional y supervisora de los CAEBA en Roldán y muchas localidades cercanas, a El Roldanense.

La Municipalidad le otorgó al Centro una distinción por los 30 años de trayectoria. Actualmente, en la ciudad se divide en cuatro ubicaciones, dos de ellas funcionan en un espacio alquilado y las otras en las escuelas Pedro Durst y la 1399, de Tierra de Sueños 1. “Hemos visto crecer a muchas personas que transitaron por nuestros centros y los cambios que hicieron, las relaciones y vínculos que establecieron. Estamos para brindarles autonomía, presencia, el poder expresarse, abrirse hacia la comunidad, exponer su cultura o costumbres”, dice Orellano.

Históricamente, este tipo de instituciones educativas han tenido cercanía a la comunidad. Surgió como una propuesta del Ministerio de Educación de la Nación y luego se trasladó a las provincias pero, según explica la coordinadora, mucho han tenido que ver ONG’s, parroquias y organizaciones laborales, sindicales o religiosas, que frecuentemente impulsan el desarrollo de los centros por las necesidades sociales. A su vez, Susana destaca el apoyo que, asegura, siempre recibió el CAEBA de parte de la Municipalidad.

En tiempos de pandemia, las actividades del centro se vieron transformadas y fue necesario trabajar a distancia. “Se han trabajado muchos proyectos de hábitos o cuidados, como confección de barbijos, productos de limpieza u otros, como trabajos de huerta, intercambio de productos, panificación”, cuenta, aunque en paralelo señala que el trabajo se dificultó muchísimo. “Los docentes deben tener una mirada atenta y una escucha minuciosa; comenzamos a comunicarnos mediante mensajes y nunca dejamos de estar atentos para seguir fortaleciendo el vínculo afectivo”, amplía.

La otra mitad de la enseñanza, es decir la parte pedagógica, se vio influenciada por impedimentos tecnológicos. “Nuestros alumnos son el sector más vulnerable del sistema educativo. Muchos de ellos carecen de un equipo informático, sus celulares no están en las condiciones para hacer un trabajo. Entonces, los docentes han salido con mucho esfuerzo y llevan tareas a algún punto especial del barrio o domicilios. Se busca la forma y estrategias para mantener esto”, subraya la entrevistada.

Por otro lado, Susana Orellano enfatiza que nunca es tarde para aprender. “Cuando hacemos visitas y convocamos a nuestros jóvenes y adultos a cumplir con ese tramo de su vida incompleto, en el cual terminaron siendo excluidos del sistema y ahora tienen esta posibilidad, ellos dicen ‘ya somos grandes, ¿para qué me va a servir estudiar?’”, argumenta, y dice que como equipo intentan brindarles todas las herramientas a sus alumnos para responder esa pregunta. Incluso, dice que una frase del pedagogo brasileño Paulo Freire los identifica: “Nadie educa a nadie, nadie se educa solo y todos nos educamos con la mediación del mundo”.

El conjunto de institutos tiene como objetivo seguir formando a jóvenes y adultos, pero quienes forman parte saben a su vez que es necesario respaldar los conocimientos que cada persona acarrea. “Traen un bagaje de experiencias vividas y muchas veces no solo ellos aprenden, sino que los docentes también. Debemos estar atentos a sus intereses, necesidades y rescatar los saberes previos”, especifica.

A comienzos de septiembre de 1990, el lugar tuvo su origen en Roldán con la dirección de Adriana Blanc de Dossena, 10 centros y una decena de docentes o educadores de adultos. De aquellos tiempos, mujeres como Claudia Rufer o Viviana Pereyra continúan acompañando a Susana, dentro de un espacio hoy dirigido por Norma Duarte. “Lo iniciamos casi sin saber de qué se trataba. Con el paso del tiempo, nos fuimos preparando y organizando. Para nosotros, llegar a los 30 años es importantísimo”, concluye Orellano.