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“El 2 de mayo es un nuevo nacimiento”: el testimonio de un sobreviviente del hundimiento del Belgrano

Raúl Santuoro es un excombatiente sanlorencino que vive para contar aquel feroz ataque británico contra el crucero argentino durante la Guerra de Malvinas, ocurrido hace 40 años. “Es una experiencia durísima para los que pudieron salir y vieron cosas horrendas”, recordó.

Por Aquiles Cadirola

El 2 de mayo de 1982 se produjo uno de los hechos más lamentables de una Guerra, que como cualquier otra fue absurda y evitable. Mientras los soldados argentinos luchaban contra los ingleses por la soberanía de las Islas Malvinas, ese día se registró el feroz ataque británico contra el Ara General Belgrano, provocando el hundimiento del crucero nacional y acabando con la vida de 323 marines.

Raúl Santuoro es uno de los 770 sobrevivientes, uno de los que vivió para recordar a los que cayeron, para tenerlos siempre presentes y honrarlos en cada oportunidad, junto al resto de combatientes argentinos que dejaron la vida para defender a su país en un conflicto sin sentido. El sanlorencino dialogó con El Roldanense al cumplirse 40 años de ese episodio tristemente inolvidable.

ER: ¿Cómo recordás aquel 2 de mayo de 1982?
-El tema del Belgrano se suma con toda la guerra de Malvinas. El Belgrano es mi experiencia particular, personal, pero llegada la fecha del 2 de abril y hasta el 14 de junio, todo lo de Malvinas me choca, me motiva, me genera un montón de sensaciones muy fuertes. Particularmente el 2 de mayo mucho más, porque ese fatídico día se nos fueron 323 marinos, la mitad de las bajas de Malvinas, 323 argentinos se nos fueron en un instante. Es una experiencia durísima para los que pudieron salir y vieron cosas horrendas. El dolor de ver partido al barco llevándose camaradas que no sabíamos quiénes eran, lo supimos días después al hacer el recuento del personal.

ER: ¿Qué se te viene a la cabeza a la hora de pensar en cómo lograron sobrevivir?
-Fue durísimo el temporal que hubo que afrontar a la noche, con un oleaje de hasta 10 metros de altura, ráfagas de viento de hasta 100 kilómetros por hora, olas que pasaban arribas de los techos de las balsas y las hundían sobre nuestras cabezas y nadie podía decir si las balsas podían aguantar semejante embate de los temporales. Es una sensación de impotencia muy grande y no se puede hacer absolutamente nada por mejorarla, si la balsa se desinfla, se raja o lo que fuera, no hay salvación. Estás en medio de un mar enfurecido, de noche, con temperaturas de tres a cinco grados, te sobreviene la muerte en cuestión de minutos. Lo único que te queda es tener fe que esto va a pasar, y pasó. A la mañana baja un poco el temporal y te vienen las otras preguntas: ¿Nos estarán buscando? ¿Nos encontrarán? ¿Nos podrán rescatar?

ER: ¿Qué significa para vos esta fecha?
-El 2 de mayo implica para mí un nuevo nacimiento y realmente uno tiene que contrapesar el sentimiento de alegría por estar acá y estar bien, pero también te pesa todo el dolor de los camaradas perdidos, no solo en el crucero sino también en toda la guerra y enormemente te duele haber perdido la guerra y ver flamear la bandera inglesa en puerto argentino.

ER: ¿Cómo te afectó mucho el hundimiento del ARA San Juan?
-Lo del Ara San Juan lo viví con muchísima emoción, a medida que iban llegando las escasas y difusas informaciones, no se tienen noticias del barco, hasta que meses después se lo encuentra en el fondo del mar a 900 metros del mar y colapsado. De entrada me imaginé que había ocurrido algo catastrófico, si no hay una boya, un pedido de auxilio, una señal de radio, nada, algo grave pasó que no dio tiempo a nada. De lo poco que se pudo ver en relación al hallazgo del submarino, da la sensación que se ha ido al fondo en forma descontrolada y en un momento la presión externa del agua sobrepasa la resistencia del material y el submarino se arruga como una lata de gaseosa vacía. Me queda el triste consuelo de pensar que quizás no se dieron cuenta de lo que iba a ocurrir, quizás hubo una explosión producto de la liberación de hidrógeno, se han desvanecido y el submarino sin control se fue al fondo del mar y colapsó. Lo viví con muchísima tristeza porque yo sé lo que sufren los familiares mientras esperan el regreso del ser querido, me retrotrajo a los días del crucero, cuando me esperaban en mi casa, cuando mis viejos no sabían que pasaba, hasta que se fue aclarando el panorama. En el caso de ellos, ese panorama en vez de aclarar, oscureció. Es un dolor muy grande, son camaradas que por un sueldo paupérrimo tienen una especialidad riesgosa y estaban allí custodiando nuestra soberanía y patrullando nuestras aguas. A veces la vida es injusta, porque ve otros personajes de la actualidad de Argentina, que sin tanta preparación, sin tanto heroísmo, sin tanto patriotismo, viven mejor que muchísimos de ellos todos juntos.

ER: ¿Qué crees que pasó?
-Va a ser difícil esclarecer las reales causas, con total certeza. Al no haber sobrevivientes ni una caja negra como los aviones, y en base a los últimos informes que el buque tenía problemas con las baterías y que entraba agua, no habiendo a quién a preguntar, no habiendo forma de explorar el interior del submarino que por otra parte ya es una tumba que no se puede tocar, quizás haya sido una conjunción de fallas de material con algún error humano, pero quién lo sabe. No va a haber una conclusión tajante, va a haber que conformarse con la opinión de los expertos para tratar que esto no se vuelva a repetir.

ER: ¿Qué mensaje les envías a los familiares de las víctimas del hundimiento del ARA San Juan?
-Me hago carne de la tristeza de los familiares de las víctimas del Ara San Juan, porque yo sé lo que han pasado los familiares de los tripulantes del Belgrano, las horas de terror que vivieron los familiares de aquellos que pudimos volver y la desazón y enorme tristeza que aún perdura en aquellos familiares de tripulantes que no pudieron volver. Para los familiares, el triste consuelo que los tripulantes del Ara San Juan murieron cumpliendo en el deber, tratando de hacer lo mejor posible para su país como se jura al ingresar a una Fuerza Armada. Nos queda el consuelo de visitarlos con la memoria, imaginarlos jóvenes, sonrientes como se ven en las fotos, y pensar que están de guardia, custodiando nuestro mar como lo están haciendo los 323 del Belgrano. Mi eterno respeto hacia ellos, mis condolencias, un abrazo fraternal hacia cada uno de ellos. Sabemos lo que es perder marinos y perder un buque en altos del servicio.

ER: Como excombatiente de Malvinas, ¿qué sentís en los momentos en los que reciben el reconocimiento por parte del pueblo? ¿es suficiente?
-Endereza las espaldas y emociona hasta las lágrimas cuando por ejemplo desfilamos en nuestros pagos, un 3 de febrero el día de la batalla de San Lorenzo, desfilan las Fuerzas Armadas, desfilan instituciones, Fuerzas de Seguridad, todo el mundo aplaude, pero desfilan los veteranos y la gente se levanta, aplaude más fuerte, nos alienta. Hay un reconocimiento, siempre estuvo y es mayor a medida que pasa el fuerte. El anhelo de todo veterano es que Malvinas sea un tema de todo el año, no estar en la cresta de la ola el 2 de abril, un día antes o tres días después y que se diluya el tema. Malvinas debería ser una cuestión de Estado y que se hable permanentemente.