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Es de Roldán, dirige a la Reserva de Central y sueña con trascender como entrenador

Adrián Dezotti fue futbolista y empezó a dirigir en el fútbol regional de España. Hoy, mantiene contacto fluido con Kily González y lo apasiona la formación, pero también sueña con dirigir en Europa.

Por: Nicolás Galliari

Adrián Dezotti nunca deja de hacer docencia. Tiene en claro que su trabajo actual lo requiere, así se trate del último peldaño previo al debut en primera de los jugadores que dirige. Ex futbolista y actual entrenador de la Reserva de Rosario Central, lo apasiona tanto el juego como la formación y ya ha desandado una carrera con muy buenos pergaminos. En una charla con El Roldanense que dura casi media hora, habla sobre qué le dejó cada experiencia, cómo es trabajar dentro del club canalla y los sueños que persigue.

Fue en 2015 cuando abandonó Europa, donde habían terminado sus días como jugador y el sitio en el cual estudió la carrera de entrenador. Allí, también, hizo sus primeras armas del otro lado de la línea de cal. Tomó el avión, regresó a estos lares y su cabeza continuó pensando en fútbol, tanto que acumuló experiencias dentro y fuera del país. En julio de 2020, Adrián, que reside en Roldán y cuyos hijos están también identificados con el fútbol, se hizo cargo del puesto que ocupa hoy en día. Reemplazó a Cristian Gónzalez, el «Kily», que subió a primera división, y está acompañado de José Luis «Puma» Rodríguez, una de los ídolos canallas.

“Trabajamos en el mismo predio (Arroyo Seco) que la primera todos los días. Para lo que necesiten, siempre estamos a disposición. Eso es lo normal para nosotros. La Reserva es el último peldaño y nos debemos a eso. Es nuestra misión terminar de pulir jugadores”, dice sobre su contacto fluido con el cuerpo técnico del primer equipo. Su plantel respeta el lineamiento que baja el Kily, aún con la libertad para trabajar y cuando, asegura Dezotti, su pensamiento futbolero va en la misma tónica. Un juego dinámico, ofensivo y de protagonismo en campo rival.

La actual no es la primera experiencia del roldanense en Central, puesto que ya había trabajado en la institución previamente. Fue ayudante en la Reserva de José Chamot, el ex defensor de la selección argentina, hizo una gran campaña con la séptima división pese a perder la final con Talleres y se encontraba dirigiendo la quinta de AFA, hasta que le llegó una oportunidad que no desestimó. En el Canalla cultivó su pasión por la docencia, así como lo había hecho en sus primeros pasos en España o en aventuras previas en Tiro Federal o Coronel Aguirre. 

“La docencia no se debe perder nunca, ni siquiera en primera división. Nunca se deja de hacer docencia porque es parte de la sociedad, uno como entrenador sigue aprendiendo cosas. En Reserva, tenemos que dar contención y ayudar a los chicos desde nuestras posibilidades”, cuenta Adrián, quien asimismo ve con buenos ojos que los chicos sientan la presión de un inminente debut o de que sus partidos sean transmitidos por TV. “Todos los chicos juegan bien, ninguno lo hace mal. Entonces, llega un momento en que es fundamental cómo aprendes a canalizar tus emociones o a controlar el miedo escénico”.

Su travesía por el club canalla se vio interrumpida en el pasado por una oferta que le llegó a Chamot desde Paraguay. Adrián no lo pensó dos veces y lo siguió junto al equipo de trabajo. En un torneo, lo llevaron del 9° puesto al tercero. Al siguiente, acabaron segundos, y se consagraron campeones de la Copa nacional. Por si fuera poco, clasificaron a la ronda posterior de Copa Libertadores con holgura, pero no pudieron pasar al Gremio brasileño en octavos de final. “Fue un salto muy bueno. Tuvimos una buena performance como grupo de trabajo, era la primera experiencia de ese nivel para todos. Fue un año no solo de buenas experiencias, sino de buen trabajo y buenos resultados”, analiza.

Siempre estuvo ligado al fútbol, desde que debutó con la camiseta de Vélez, a préstamo desde Argentino de Rosario, con compañeros como Ubaldo Fillol, Oscar Ruggeri, Diego Simeone y Ricardo Gareca. Alfio Basile fue quien confió en él y pidió que compraran su pase, por eso hoy Adrián dice que el “Coco” es uno de los técnicos que más lo marcó en su carrera. “Uno aprende de todos los técnicos que ha tenido, tanto de las cosas malas como de las buenas que hay que repetir. Uno va aprendiendo y se va moldeando con el tiempo”, argumenta. Salió del equipo, al tiempo volvió al barrio de Liniers y compartió entrenamientos con José Luis Chilavert.

Tiempo más tarde, se puso durante años la camiseta de Los Andes e hizo una gran dupla con el goleador argentino Esteban “Bichi” Fuertes. Su carrera como futbolista duró nada menos que 21 años, y también se puso la camiseta del Olimpia paraguayo o el Deportivo Quito ecuatoriano. En Olimpia, por caso, hizo un gran gol de visitante ante Palmeiras, el poderoso club brasileño. Los hinchas guaraníes todavía recuerdan aquel día. Fueron sus últimas experiencias antes de saltar el charco y comenzar una nueva vida en España.

“La experiencia en España estuvo bien, me tocó jugar en segunda división con el Granada.  Significó una linda experiencia, la primera mía en Europa. Después, jugué en Melilla, que también estaba en segunda pero pertenece a una ciudad autónoma que tiene España en África”, narra Adrián, y cuenta que Melilla se ubica frente a Granada del otro lado del Mediterráneo. Estuvo dos años en el continente africano, hasta que volvió y se radicó en la zona de Andalucía. Jugó en el Vandalia, donde se inició su hija Martina en un equipo mixto, y comenzó a ser entrenador. Ascendió de categoría y, en ese momento, retornó a Argentina.

Al tiempo que su carrera continúa creciendo, sus hijos también se relacionan con la pelota. Martina abandonó Boca y pronto llegará a un club italiano. Santiago, el menor, juega en Adiur, y Franco, el mayor, es licenciado en educación física. En un futuro, su padre ve con buenos ojos sumarlo a un cuerpo técnico cuando asuma una experiencia profesional, dado que siente que está “muy capacitado”. En tanto, Adrián no aparta su camino de la actualidad, pero se permite posar la vista en el horizonte y ver más allá.

“Por supuesto, uno quiere dirigir como primer entrenador en un club profesional. Es la idea que tengo, aunque entiendo y tengo muy en claro cuál es mi lugar ahora”, cuenta. No obstante, sus ambiciones no se terminan allí. “Siempre les digo a los jugadores que nunca hay que dejar de soñar, y mi ilusión es dirigir en Europa”, expresa. Igualmente, el día a día es la clave: “Hay que ser conscientes de dónde está uno. Siempre hay que tener sueños e ilusiones, pero trabajar con los pies en la tierra para poder lograr esa meta”.