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Es roldanense, vive en Córdoba y formó una escuela de fútbol femenino

Daiana le dio vida en La Calera a un proyecto que llevaba pensando hace años y no había podido formar en Roldán. Hoy, son más de 30 chicas que se ilusionan con entrenar y jugar.

El bichito le había picado hace tiempo a Daiana. Jugaba al fútbol en su equipo Las Negativas y observaba de cerca la falta de apoyos económicos y los obstáculos que muchas veces hay que superar para trascender. Tuvo una iniciativa que desarrolló con los años y, por cuestiones de la vida, no pudo llevar a cabo en su ciudad. Hoy vive en La Calera, se mudó desde Roldán hace más de cinco años, y a comienzos del 2021 pudo coordinar la apertura de una escuela de fútbol femenino. Entre las sierras, plantó esa semilla a la que tanto había dado forma.

Con la idea asentada, diagramó un proyecto, lo escribió y se lo entregó a la Municipalidad de esta ciudad que se ubica cerca de Córdoba capital y tiene poco más de 30.000 habitantes. Ya había encontrado profesionales que la acompañen en la formación de jugadoras, tanto en la parte física como técnica, y el plan estaba listo para salir a la cancha. Las autoridades le dieron el respaldo que buscaba, no sólo económicamente sino desde la posibilidad de encontrar un espacio y empezar a entrenar.

“Hace dos meses que la escuela está funcionando, aunque el evento formal, en el que presentamos la comisión directiva, lo hicimos el miércoles 7 de abril”, cuenta Daiana Molina a El Roldanense. El espacio funciona en el complejo deportivo Icardi y recibe chicas desde 3 años en adelante, sin límite de edad. “Hay muchísimas jugadoras que tienen grandes condiciones, pero nadie se hace cargo para dirigirlas y formarlas física y profesionalmente, para que así tengan un buen futuro”, explica y pone el foco en una de las patas del proyecto que más le preocupaban.

La escuela cuenta actualmente con más de 30 mujeres y da la posibilidad de formar para jugar o solo entrenar. “Hoy en día, con la pandemia, no todas cuentan con una entrada económica para ir al gimnasio o asistir a clases que les gusten. El fútbol les da la posibilidad de que se sumen”, explica. Una vez llega la competencia, pueden decidir si se alinean con el equipo. Todas ellas cuentan con dos profesores de educación física, un preparador físico y un cuerpo técnico. Daiana, además de ser la coordinadora y quien gestó el equipo, es una de las jugadoras.

El objetivo de la escuela de La Calera no solo persigue jugar, sino que cada joven tiene un entrenamiento adaptado a su modo de vida. “El profesor se enfoca en cada alumna en cuanto a su rendimiento, no contamos solamente con niñas de 3 años en adelante o adolescentes, sino también con madres que trabajan, tienen responsabilidades; a la hora de entrenar, no se le puede exigir igual que a una persona que no tiene la misma rutina”, argumenta. Uno de los PF es Ezequiel, baterista de la banda de cuarteto La Konga, quien la ayudó por su popularidad y en el armado del logo para la escuela.

De cara al futuro, las cartas están echadas y Daiana lo cuenta con ilusión. “Nuestra idea es que estas chicas sean escuchadas, se vea el potencial que tienen y que La Calera tenga una primera. Hay mucho potencial y vamos a ayudarlas. La primera y Reserva están en marcha, ya contamos con algunas jugadoras pero queremos que se involucren más. Sabemos que hay muchas más”, dice. Con su equipo, ya están pensando en inscribirse en la liga de Punilla, aunque deben cumplir ciertos requisitos. 

El fútbol y cada entrenamiento son la razón de ser, pero las jornadas están acompañadas de clases en concientización de género, y también han llegado propuestas desde el gobierno de la provincia para realizar talleres de mujeres emprendedoras. Además, el desafío está puesto en la inclusión y la formación. “Va a haber chicas que tengan mayor nivel que otras, pero hay que trabajar para que todas estén iguales”, narra esta roldanense que llevó sus sueños a varios kilómetros de donde nació y hace camino al andar.

¿Cuál fue el germen de este proyecto? A sus 26 años, vive junto a su pareja y sus dos hijos en La Calera. Los padres y sus ocho hermanos aún viven en Roldán, donde Daiana comenzó a vislumbrar una escuela como la que formó hace pocos días. “Esta iniciativa surge desde Roldán, donde las chicas compiten y juegan al fútbol pero también se observa que no tienen una institución que las escuche. Es mucha la demanda y tampoco tienen una persona que se encargue de poder dirigirlas”, manifiesta. “Había chicas que jugaban muy bien a la pelota y, si contaban con alguien que las apoye, podrían tener un rendimiento profesional”, subraya.

De aquel inicio en Las Negativas, cuando tenía 18 años, a la actualidad, la meta fue la misma aún con la mudanza. “Se me dio la oportunidad acá en La Calera, conocí a unas chicas que arrancaron con una pelota. Hicimos un torneo y había muchos otros equipos. Una va observando en qué condiciones practican y bajo qué responsabilidad. A partir de ahí, dije ¿por qué no lo genero acá en Córdoba? A lo mejor, en Roldán no se me dio por distintas cuestiones, pero tengo que hacer la iniciativa acá”, rememora. “Lo hablé con mi pareja, él me dio su apoyo y le dimos para adelante. A la municipalidad le interesó y se generó una relación de amistad”, cuenta.

“Me parece fantástico que nos involucren, que nos den este espacio profesional, que contemos una institución que nos contenga. Estoy muy contenta, creo que el fútbol femenino impacta no solo en lo que es competencia, sino que demostramos una vez más que el fútbol no tiene género. Toda mujer puede competir y puede realizar la actividad futbolística”, dice Daiana. Y apunta que sus compañeras de equipo mostraron mucho compromiso: “La mayoría son amas de casa, con hijos o más de un trabajo, y cumplen con los días de entrenamiento. Antes, ellas no contaban con espacios ni profesionales que le den una mano”.

Su idea no pudo ser esquematizada en la ciudad donde vivía, pero se ilusiona con que pueda ser llevada a cabo. “Ojalá que Roldán lo tome como iniciativa y que todos los equipos que hay puedan formar una primera para competir. Pienso en mi hermano, Juan Manuel Molina, que ama el deporte. Sé que va a incorporar esta idea en Roldán y le va a dedicar el 100%, para así brindarle algo más a las mujeres roldanenses. Hay mucho nivel y rendimiento, pero necesitan gente que se comprometa”, expresa.

Daiana se mudó hace un lustro, pero no dejó su afición en la valija. Se interesó durante años y pudo formar el espacio que tanto había perseguido. Hoy, la escuela de La Calera crece día a día y la perspectiva está en formar el primer equipo para empezar a competir. “A esto no lo llamaría luchar, sino buscar apoyos, y los tuve aquí”, cuenta. Entre sierras, hizo rodar la pelota y dio vida a lo que había imaginado.