La Ciudad

Proyecto pedagógico llevado a cabo en Roldán llegó hasta la página de Abuelas

Una docente de la escuela desarrolló una iniciativa para trabajar el derecho a la identidad y la memoria, que luego tomó difusión nacional.

Verónica Martínez es docente de la Escuela de Educación Técnica N° 643 de Roldán en el espacio curricular Formación Ética y Ciudadana cuyo eje es la identidad. Ella, junto a un grupo de compañeros, desarrolló un proyecto pedagógico que tuvo como protagonistas a los estudiantes de 3° C y que llegó a la página de la agrupación Abuelas de Plaza de Mayo ganando difusión a nivel nacional.

La propia docente pudo poner en palabras todo el trabajo realizado:

La única forma de valorar nuestra democracia, el libre ejercicio de los derechos y evitar los excesos de la dictadura es nunca permitir el olvido, trabajando incesantemente por la memoria y su aliada la verdad. y, desde esa premisa, planificamos el proyecto “Laberinto de identidades”, cuya inspiración viene de Gabriel García Márquez: “La identidad es una construcción personal y colectiva que implica idas y vueltas, avances y retrocesos como en un laberinto que a veces, como al Coronel, nos hace perder en las tinieblas; atravesada por estereotipos y mandatos se va armando como puede ladrillo sobre ladrillo”.

Saber sobre nuestros orígenes, nombre y nacionalidad, es el cimiento para comenzar la construcción identitaria, no obstante hay alrededor de quinientos de nosotros a los cuales este derecho les fue arrebatado, con esa idea surgió el proyecto “Un laberinto por la identidad”, pensado y diseñado para movilizar sentimientos y generar producciones creativas placenteras y en conjunto.

Se organizó en dos partes, la primera se llevó adelante durante el primer trimestre del año, la segunda al finalizar el ciclo lectivo como una instancia de integración de saberes y consistió en la construcción de un dispositivo artístico visual para ser presentado a la comunidad educativa.

Identidad como derecho

La pregunta ¿quién soy? dispara múltiples respuestas y sin dudar una infinita cantidad de otras preguntas acerca de aquello que nos constituye y nos hace únicos, distintos, diferentes. ¿Cuál era el camino y las herramientas para abordar la identidad con mis estudiantes? ¿Qué tiene de particular trabajar este contenido para los chicos argentinos? ¿Cómo construir un relato que los convoque a una búsqueda, la de los nietos, que sea colectiva y que no acabe hasta la última restitución?

¿Por dónde empezar? Por un mapa de la identidad. Esta actividad era libre y estimulaba el autodefinirse, consistía en utilizar palabras, dibujos, emojis, frases, canciones, para decir quién soy. Al finalizar se podía compartir con los demás, esto fue voluntario y algunos decidieron guardarlo solo para ellos.

Algunas conclusiones nos llevaron a nuevas preguntas, todos los trabajos comenzaban por nombrarse, luego aparecían gustos personales, nacionalidades, preferencias deportivas o musicales, apodos. ¿Por qué poder nombrarnos es parte de nuestra identidad? ¿Qué otro elemento es básico para construirla?

Estas preguntas fueron guiando el trabajo que los acercó a la Convención Internacional de los Derechos del Niño, y leer y analizar los artículos 7, 8 y 9 de la Convención dispararon nuevos interrogantes. ¿Por qué la necesidad de reconocer la identidad en una Convención Internacional como un derecho si parece algo obvio? ¿Por qué son llamados artículos argentinos?

Las respuestas se encargaban de organizar el trabajo en forma natural, y fue en ese momento cuando aparecen las Abuelas.

Una búsqueda amorosa

En época de empoderamiento feminista, las Madres y las Abuelas sin dudas son un ícono de las causas por las que se lucha en nuestro país, cuando muchos no se animaban un puñado de mujeres completamente heterogéneo, encontraron la forma de decir al mundo lo que sucedía en Argentina, con las rondas en la plaza. Su protagonismo en la historia reciente es indiscutible, así como la forma en que buscaron el esclarecimiento de los hechos reclamando justicia tanto en nuestro país como en el extranjero.

La tarea de Abuelas es especialmente amorosa de búsqueda incesante de sus nietos, respetando sus tiempos y desde el cariño, encontrar a uno es abrazar a todos y a su vez un logro colectivo.

Los abuelos suelen ser en la vida de les adolescentes figuras muy presentes y en general existe hacia ellos lazos cargados de afectividad. Pensar en Abuelas de Plaza de Mayo es pensar un poco en ese vínculo y empatizar con el sentimiento de no saber qué sucedió con sus nietos, quiénes se los apropiaron, dónde viven, cómo los nombraron, esto moviliza sentimientos profundos de cariño y afecto a la distancia con el trabajo que llevan adelante las Abuelas de Plaza de Mayo.

Esta organización ha desarrollado muchísimo material y valioso para trabajar en el aula, como Postales por la Identidad, Televisión por la Identidad, spots, TwitteRelatos por la Identidad. Trabajamos con todos ellos, nos permitimos emocionarnos y llorar con esas historias relatadas en primera persona que guardaban tanto dolor, tanta lucha y tanto camino recorrido.

Las historias contadas en TwitteRelatos fue lo último que los estudiantes trabajaron; tal vez su formato, el lenguaje, lo breve, la imagen asociada a un texto, logró no solo su atención sino que verdaderamente los cautivó.
Las Abuelas buscan a sus nietos porque la dictadura se los robo privándolos de su identidad, lazos familiares y hasta de su nacionalidad, hoy transcurridos 43 años su lucha continúa, los niños ya no lo son y las abuelas comienzan a irse, la búsqueda debe recaer en las nuevas generaciones para que no suceda nunca más.

Como trabajo final para el trimestre, los estudiantes debían en pareja realizar sus propios relatos. Así es que los chicos escribieron sus historias que hablan de identidad, de las suyas, de los niños apropiados por la dictadura, de los silencios, de la ausencia de escucha. En formato de la red social Twitter, en pocas palabras, pero no por eso con pocos sentidos, los jóvenes construyeron sus relatos como la campaña que ya lleva seis ediciones y que dibujantes reconocidos se encargan de ilustrar.

Unos ejemplos: “En el borde de su cama no la pueden consolar, ella no estaba cómoda con su identidad” (Agustina Leonardi y Valentina García). “Gritos tan ensordecedores y nadie escuchó” (Tomás Guerra y Mauro Rolón). “Me sentía como una planta trasplantada, no tenía las raíces que solía tener, hasta que las encontré” (Karen Ortiz y Lucas Galota). “Era raro mi presente, perfecto mi pasado, pero con las abuelas, hermoso mi futuro. (Jesús Suarez y Federico Bertoli).

Al igual que la campaña de Abuelas, las historias fueron llevadas a imágenes, los estudiantes de los segundos años aportaron sus ilustraciones, las realizaron como parte de las actividades anuales de Educación Artística, la iniciativa se extendió alumnos de los primeros años que también pusieron sus inquietudes artísticas y se sumaron con sus aportes y dibujos.

Los TwitteRelatos creados fueron muy conmovedores tanto como las ilustraciones, la muestra de de final año nos iba a permitir exponerlos, es en ese momento cuando empezamos a pensar cuál era la forma para su presentación y surge la idea de un laberinto, que nos permitiera llevar a los visitantes por diferentes espacios que dieran cuenta del recorrido de aprendizaje.

La planificación del dispositivo no fue sencilla, era necesario pensar, diseñar, discutir, acordar, elegir y ejecutar un formato que fuese fruto de la elaboración colectiva de los 36 estudiantes que constituían el grupo.

Después de varias semanas, pensaron un recorrido secuencial que comenzaría en la identidad como derecho humano, luego la Convención de los Derechos del Niño, la dictadura y el robo de identidad, el trabajo de Abuelas y finalizara con los relatos y sus ilustraciones.

Los profesores del área técnica insisten en que los técnicos resuelven problemas, pero no es solo un aprendizaje que se adquiere en el taller, todos los espacios curriculares debemos trabajar para que nuestros jóvenes desarrollen esa habilidad para convertirla en una realidad. Esta era una oportunidad para resolver un problema. ¿Cuál? En grupos debieron buscar el lugar indicado para construir un laberinto dentro de la escuela, evaluar la forma de presentarlo, la factibilidad del proyecto, los materiales, el costo, tomar decisiones acerca de cuál era lugar que le daba mayor visibilidad y plasmar el proyecto en un boceto.

Discusiones, bosquejos, mediciones, propuestas de materiales y, por último, acordar. Varias clases fueron necesarias. Por fin se definió que se utilizaría una galería de planta baja y que se construirían siete paredes con cartón, cada una con un tema: ¿Quién soy?; Identidad como derecho humano; ¿Qué constituye nuestra identidad? (video); Un espejo propone saber cómo soy; Convención de los Derechos del Niño; Última dictadura, desaparecidos, robo de identidad, y el trabajo de Abuelas.

Las horas de clase no resultaron suficientes, pero esto no detuvo a los protagonistas, las últimas dos semanas previas a la muestra, sin obligación y con compromiso dedicaron muchas horas en turno contrario y de su tiempo libre para el proyecto.

El patio de la escuela estuvo inundado de cajas, pinceles, tizas, papeles, tijeras y pegamento y después de muchas jornadas de trabajo, de colaboración y entusiasmo, el laberinto quedó terminado.

La calidad de las producciones, su originalidad, y creatividad dan cuenta de un aprendizaje significativo para cada uno de los protagonistas. Cuando el aprender sale del espacio del aula y se proponen actividades diferentes a las típicas de escribir, preguntar, responder y estudiar, los resultados son sorprendentes, divertidos y gratos.

Valorar las producciones, poniendo la mirada en el esfuerzo que cada uno puso en ellas, más allá de sus resultados, aprender que el error es una oportunidad para mejorar, y que una actividad puede hacerse tantas veces como sea necesaria sin que ello implique calificaciones poco satisfactorias, y que esto simplemente pone de manifiesto que tenemos distintos tiempos para dar nuestra mejor producción.

La presentación del trabajo a la comunidad fue un momento en el que los estudiantes, pudieron acompañar a padres, docentes y compañeros a recorrer y compartir su creación y las sensaciones que ellas despertaban en los demás.