La Ciudad

Se fue a Alemania por una beca, trabajó en una multinacional y volvió a terminar sus estudios

#Roldanensesxelmundo Pablo es ingeniero mecánico. Estuvo un año en Europa, creció profesionalmente y retornó para recibirse. Hoy trabaja en Buenos Aires y se ilusiona con desarrollarse en el rubro.

Por: Nicolás Galliari

Fueron intensos los últimos años para Pablo Nüesch. Se formó en el extranjero, terminó sus estudios, halló trabajo y se asentó en Capital Federal. Hoy vive de lo que estudió, ingeniería mecánica, y el recorrido hecho en tiempos recientes le permitió crecer profesionalmente. Las experiencias vividas, aquí y en Europa, le ayudaron a este roldanense a encontrar una labor que lo entusiasma y en la que aprende en paralelo.

“Estoy trabajando de ingeniero en automatización, en Tetra Pak, la empresa que hace leches y vino en cajita, yogures, cajas puré de tomate, entre otras cosas. Tiene dos grandes negocios, la parte de packaging y la de proceso, que es donde estoy yo”, dice a El Roldanense. Hoy se ocupa de la parte de automatización, un campo que conoció en profundidad en Alemania y en el que se encuentra cómodo actualmente. “Tiene mucho que ver con lo que estudié”, agrega sobre su labor.

A tierras germanas había viajado a mediados de 2017, por una beca DAAD entre el servicio de intercambio estudiantil alemán y la UTN argentina. Su estadía era solo por seis meses, aunque por un trabajo temporal logró quedarse un semestre más. “La pasantía la hice en la empresa de hidrolavadoras Kärcher, estuve trabajando en el laboratorio de acústica y vibraciones del departamento de desarrollo e investigación de la empresa”, cuenta, y destaca que allí “descubrí que me gustaba la parte de automatización, por un par de proyectos que hice”.

Su objetivo de fondo era realizar una investigación sobre aerogeneradores, pero también descubrió un mundo nuevo. “Teníamos unos robots para medir la eficiencia de unas aspiradoras y algún que otro elemento de electrónica. También aprendí a programar, usando MatLab. Todo esto va de la mano con la automatización, el laburo que estoy haciendo hoy en día. La verdad, fue una experiencia muy buena, y creo que si no hubiese sido por ese trabajo, hoy no estaría acá en CABA”, dice Pablo.

Uno de los requisitos de la beca era que debía estudiar alemán, un idioma al que llegó a dedicarle entre seis y ocho diarias y que hoy maneja fluidamente. “No fue fácil, pero estuve muchas horas. Durante el año en que participé del programa de selección del intercambio, dejé un poco de lado las materias de la facultad y le di a morir. Así fue como obtuve un B2 en alemán en poco menos de un año. Fue muchísimo esfuerzo, pero no me arrepiento porque me permitió acercarme a la cultura alemana”, cuenta.

Haber aprendido el idioma representó una puerta de acceso a la cotidianeidad, y quizá por eso fue que no le costó adentrarse en sus costumbres. “En invierno, suelen hacer fiestas a cielo abierto y toman vino caliente. También, toman la cerveza al natural. Había muchas fiestas de universidades, algunas tipo medievales que estaban buenísimas o eventos para Navidad. Igualmente, no sentí un impacto cultural”, relata.

Su residencia en Alemania era estratégica. Vivía en Esslingen, cerca de Stuttgart, y pudo hacer turismo a la par que estudiaba y trabajaba. “Visité Francia, España, Austria, Italia, Bélgica, Inglaterra, República Checa. Praga es hermoso. De Alemania no destaco tanto las grandes ciudades sino el pueblo en el que vivía, uno de los pocos lugares que no fue tocado por la Segunda Guerra Mundial”, expresa mientras rememora sus días en el Viejo Continente. Pasó la Navidad con la familia de Daniel Meister, roldanense que mora en Suiza, y año nuevo con unos amigos en Bruselas.

Antes de regresar, visitó el laboratorio de Airbus, la empresa que fabrica aviones. “Hice investigaciones en aerodinámica con las palas de los aerogeneradores. Estuvo muy bueno”, narra. Una vez terminada la pasantía, regresó a su hogar y retomó los estudios, al punto de recibirse a mediados de 2019: “Rendí la tesis sobre aerogeneradores, que era también lo que había estudiado en Alemania”. También, se dedicó de lleno a estudiar nuevamente inglés, una lengua que había dejado olvidada.

“Sabía tanto alemán que me di cuenta que estaba muy oxidado con inglés. Si bien entendía bastante y sabía, no tenía un gran nivel”, expresa Pablo, quien había estudiado varios años el idioma en uno de los institutos de la ciudad. Precisamente allí volvió para reengancharse y aprobar un examen internacional. “Creo que si no hubiera aprendido alemán y viajado, no le hubiese dado la importancia que tiene. Igualmente, ya sabía inglés, no era como alemán que empezaba desde cero. Se hizo más fácil”.

Hoy, no descarta volver a viajar para continuar formándose y aprendiendo, pero asegura que será en un futuro. Su presente lo encuentra feliz en Buenos Aires, trabajando desde casa a razón del contexto de Covid 19. “Estoy muy cómodo con lo que estoy haciendo en la empresa. Aprendo muchísimo en el campo de la automatización y quiero crecer en este rubro. Es muy entretenido, me agrada y creo que se aplica en todo el mundo, en todo tipo de industrias”, se entusiasma. Fueron tres años de crecimiento continuo, y así Pablo halló su lugar en el mundo.