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Puro talento local: Solana tiene 11 años y toca el acordeón como nadie

Comenzó a practicar a los nueve por herencia familiar. Autodidacta y talentosa, sueña con hacer su camino. Hoy integra la banda Infanto Juvenil de la ciudad.

Solana suelta los primeros acordes con su acordeón y el instrumento lanza un sonido armonioso y estridente a la vez, un compás musical que se escucha con fuerza en la Casa de la Cultura. Como nueva integrante del equipo, es su segundo ensayo junto a los compañeros de la Banda Infanto Juvenil de la ciudad, mientras se prepara para tocar por primera vez junto a ellos. Tiene solo 11 años y, por la seguridad con que se desempeña, pareciera que lleva toda una vida tocando, aunque su incipiente historia tiene una herencia familiar.

El acordeón es su fiel ladero desde hace poco más de dos años. “Estoy casi todo el día ensayando, a la mañana, cada vez que vengo de la escuela, y así practico mucho las canciones”, dice ella, alumna de Sexto B en la escuela 1399, sin despegar las manos de su herramienta. A su lado, los integrantes de la banda la escuchan con atención y señalan que sí, que toca muy bien, alargando la respuesta para hacerla todavía más enfática. “Me gusta mucho tocar en la banda, me emociona”, afirma Solana, compenetrada con el grupo.

Abel, el profe, la invitó hace poco tiempo a sumarse y ella no dudó. “Nos conocimos en la escuela. Yo fui a tocar el acordeón el 25 de mayo y él me acompañó con el piano. Cuando terminamos la canción, habló con mi mamá y le preguntó si podíamos venir a ver cómo tocaba la banda”. Fue el primer paso. Cuando la joven acordeonista vio cómo suenan sus actuales compañeros, en vivo o a través de la página de Facebook, se unió. “Los chicos tocaron re lindo -cuenta como quien se deshace en elogios- y me invitaron a ser parte”.

Sentada unos asientos más atrás, su madre dice que su estilo es el de una música tarragosera, es decir, derivado del artista Antonio Tarragó Ros. Agrega, también, que su hija ha visitado escenarios de Mar del Plata y Entre Ríos. Es que su afición al acordeón viene de su padre y su hermano. “Mi hermano Elías me regaló un acordeón rojo y me enseñó un solo tema. Desde ahí, yo saqué muchos”, narra Solana, un tanto autodidacta en su aprendizaje. “Aprendí escuchando acordeonistas, yendo a bailantas y tocando”.

“Toda la gente y los músicos conocen a la banda de mi papá como ‘Chiqui y los Laguneros’. Mi hermano practicaba con un maestro y también tiene su conjunto, ‘Campo y Cielo’”, relata. Fue con el instrumento de Elías que empezó a tocar los temas por su cuenta; “cuando me compré este, saqué todos”, dice, con la vista clavada en su acordeón. A su joven edad, ya tiene referentes y músicos a los que seguir. “Hay acordeonistas que me gustan, como por ejemplo Cachito González”.

Por si fuera poco, también es aficionada al piano. “Con ese instrumento toco chamamés, chamarritas y polcas”, expresa, mientras señala el teclado situado justo a su lado, perteneciente a una de las integrantes de la banda. Antes de lanzarse a tocar nuevamente, en otra muestra de su talento, dice que le encantaría dedicarse a la música, a pesar de que aún queda un recorrido por hacer. Y se refiere a uno de sus sueños: “He tocado varias veces con mi papá. Mi gran deseo en la música es hacerlo también con mi hermano. Él me dijo ‘tocas re lindo, seguí practicando’, y yo le contesté que sí, voy a seguir”.