La Ciudad

Viajó como Au Pair, hoy estudia para ser maestra y logró asentarse en el sur de Alemania

#RoldanensesPorElMundo Jesica viajó a comienzos de 2019 para trabajar como niñera. La experiencia le sirvió, aprendió el idioma y la cultura germana. Hoy vive en Lörrach, cerca de la frontera con Francia, y cuenta su experiencia.

Por: Nicolás Galliari

El oficio del Au Pair no es muy conocido de este lado del mundo. Tiene que ver con el trabajo de un niñero o niñera, pero va más allá de eso y está relacionado con la adaptación a un nuevo lugar de vida. “Sos parte de la familia, te pagan un sueldo y tomás clases del idioma. La idea es que uno aprenda las costumbres de la familia y el país en el que está”, dice Jesica Ariadna Tagliani a El Roldanense. Hace poco más de dos años que vive en Alemania, adonde viajó para comenzar un nuevo camino. Mientras viaja en tren, se presta para una charla en la que cuenta su historia.

Hoy vive en Lörrach, al sur de Alemania, en la frontera con Francia y Suiza. Con el paso del tiempo, su primera labor como Au Pair mutó y hoy ya no vive con aquella familia que la cobijó, aunque sigue trabajando como niñera. Comenzó a estudiar una carrera profesional terciaria para ser maestra jardinera y ya tiene pensado volver a Karlsruhe, el sitio en el que vivió un tiempo, para ya asentarse con su pareja y terminar sus estudios. Allí dice que existe la Karlsruher Institut für Technologie, que aloja a estudiantes de todo el mundo. A ella, la primera experiencia le sirvió para ir soltándose en un país que reconoce muy diferente a Argentina.

Había tenido la posibilidad de viajar al lugar que hoy habita hace cinco años, y esa travesía pareció marcarle un destino.  Una vez arribó, pensó que todo el tiempo invertido en estudiar el idioma no había sido productivo, pero al poco tiempo comenzó a adaptarse. “Al principio cuesta, no voy a mentir. Una vez que pones un pie fuera del avión, te queres morir porque crees que las clases que tomaste no te ayudaron para nada”, relata. Allí donde vive, se habla un dialecto denominado Alemannisch, lo que complicó un tanto más las cosas. “Eso hace todo un poco más difícil, pero  es un tiempo. Luego uno se acostumbra”, narra.

La región le hace acordar a Córdoba, por sus paisajes. “La zona de la Selva Negra enamora a cualquiera. Montañas por todos lados, bosques… Salís a pasear con el perro por la mañana y ves ciervos, zorros, entre otros animales. Hay muchos espacios verdes y lugares escondidos por todos lados que uno dice ‘wow’”, cuenta la roldanense que, en su momento, decidió mudarse porque no veía en su lugar de origen una manera de proyectar a futuro.

Jesica expresa que el tren es el medio de transporte más confiable en tierras germanas, con su línea Deutsche Bahn. Lo dice mientras de fondo se escucha el andar por el ferrocarril que la lleva de vuelta a casa. Tanto la vez anterior como en esta ocasión, pudo viajar mucho por Europa. Visitó Italia, España, Irlanda, además del recorrido interno por diferentes lugares de Alemania, pero ninguna ciudad la impactó más que Copenhague, la capital danesa. “Superó mis expectativas. Es una ciudad súper ordenada, limpia. Si Alemania me sorprendió en ese sentido, Dinamarca aún más”, dice.

La tierra en la que vive tiene sus propias particularidades, que pasa a relatar. Una de ellas es que casi todos los envases de bebidas son retornables. “Tanto las botellas de soda como las de gaseosa, jugo, té o cerveza y también latitas. Tenés una máquina automática en el ingreso al supermercado, que las lee y te arroja un ticket con un valor. Cada unidad vale 25 centavos de euro”, cuenta. Luego, ese valor puede ser utilizado como moneda de cambio en la compra de los productos que uno quiera, sean o no los mismos. 

Sin embargo, las costumbres teutonas que observó no se quedan allí. Una de ellas le hizo recordar a lo que hacía usualmente con su familia en Roldán, arrojar todos los desechos orgánicos a un compost. “En Alemania tenés la basura orgánica o biodegradable, lo que son restos de comida. También, encontrás el cesto para papeles tipo servilletas o envoltorios y basura normal, como plástico o paquetes de comida cuando se vacían”. Además, subraya que se recicla cartón, papel y vidrio, con boxes en diferentes puntos de la ciudad que sirven para recolectar vidrio verde, marrón y blanco o transparente. “Los alemanes piensan mucho en favor del medio ambiente y el reciclaje”, describe.

Mientras tanto, señala que la lógica de la pandemia hace que muchas situaciones se le hagan cotidianas. Al igual que sucede de este lado del océano, dice que regularmente se aguarda por medidas de autoridades locales y provinciales. “Muchos de los negocios solo abren con el ‘click and meet’. Uno tiene que hacer una cita en internet y tenés media hora para entrar al local, mirar lo que quieras y comprar”, manifiesta. Asegura que las clases son presenciales semana por medio y que muchos de los chicos ya están acostumbrados a realizarse el autotest, así como ella lo hace cada vez que le toca regresar al aula. “La gente se está vacunando, más allá de que el proceso es lento”, amplía.

El futuro de Jesica muy probablemente esté en Karlsruhe, ya que admite que le encanta la ciudad. Planea terminar sus estudios y seguir con su trabajo. Ser Au Pair le abrió las puertas, y ella supo moldear su nuevo rumbo. Pudo volver a Roldán antes de que el Covid 19 irrumpiera en el planeta, aunque el sur de Alemania ya le es propio.