Emotivo reencuentro: fue el primero en auxiliarlo tras su accidente y se volvieron a unir por casualidad
El último viernes, ambos charlaron tras irse del trabajo, sin saber que habían compartido aquel momento de julio de 2021. Luego, ataron cabos y se fundieron en un abrazo.

Por: Nicolás Galliari
Como si se tratase de un guión preestablecido, o del destino que los acabó juntando, Daniel y Flavio abandonaron el pasado viernes su puesto de trabajo municipal casi al unísono. Se fueron charlando y dejando atrás otro día de rutina, hasta que recordaron el momento exacto que los tuvo como protagonistas. “Yo le conté del accidente, él lo pensó y me pregunto ‘¿fue en tal lado, era tal moto? Entonces, yo presencié tu accidente y fui el primero que los auxilió’”, describe Daniel a El Roldanense, sobre el diálogo que mantuvieron.
Por casualidad, volvieron a aquel 17 de julio de 2021, cuando uno fue el primero en ayudar al otro luego del accidente ocurrido por la noche en la intersección de Ruta 9 y Fiambalá. “Fue todo muy irónico. Trabajamos juntos en la Municipalidad, aunque casi no lo recordaba. Él tenía una riñonera de cuero y me acordé que el día del accidente también la llevaba puesta”, recuerda Flavio. Instantes después de lo sucedido, se percató de que la riñonera lo estaba asfixiando, por lo que se la quitó para que pudiera respirar. “Él estaba inconsciente producto del impacto, fue todo muy rápido”, dice.
En un ejercicio retrospectivo de volver a ese día, Daniel rememora que hubo “muchas cosas que, con el diario del lunes, parecen señales no advertidas”, y comienza con su relato de una jornada que comenzó con un partido de fútbol. “Hace aproximadamente 20 años que viajo siguiendo a Independiente con la peña ‘Locos por el Rojo’, de Granadero Baigorria. Con el transcurso de los años, los viajes y las vivencias compartidas, hoy muchos de sus integrantes somos grandes amigos”, cuenta. Por la tarde, se enfrentaban en una cancha cercana al puente Sorrento, de Rosario, la peña de la que forma parte ante la de Boca.
“La primera señal fue la espera del colectivo. Si bien siempre es una ruleta rusa viajar en ese transporte urbano que no respeta horarios casi nunca, la espera de aquella tarde promedió casi las dos horas”, rememora. Cruzaba mensajes con quien debía encontrarse en la esquina de Wilde y Córdoba para viajar en moto a la cancha. “Parece mentira, pero durante el camino a la cancha me fue diciendo que era complicado manejar esa moto porque pasaba de una velocidad menor a una mayor sin necesidad de mucho tiempo ni recorrido”, señala. En ese momento, a modo de chiste, le dijo “no vas a querer chocar justo hoy”, y se echaron a reír.
Tras el juego, llegaron los saludos de rigor, la charla de lo que había pasado dentro de la cancha y una gaseosa compartida. Fue en el viaje de retorno que sucedió el accidente, a eso de las 22 horas. “El viaje resultó normal hasta que me acuerdo, después tengo un blanco y ya no recuerdo nada”, expresa. El empate 3-3 ante la peña de Boca resultó anecdótico para casi todos, salvo para él: “A partir de ese 17 de julio, no pude volver a jugar a la pelota debido a las consecuencias del accidente que, todavía hoy, se dejan notar en mi cuerpo”.
Flavio se posiciona nuevamente en aquel instante del accidente y recuerda que todo sucedió junto a él y Juan Pablo, con quien regresaba de una jornada de trabajo en Rosario. “Automáticamente, yo corté la ruta y mi compañero llamó a la ambulancia. Después, los asistimos”, narra. En paralelo, enfatiza en el rápido accionar de la policía y del servicio de salud, y destaca “el inmenso gesto humano y una incuestionable capacidad a la hora de los hechos”, con la humildad de los que no quieren colgarse la capa de héroe.
La familia de Flavio conocía a Bocha, tal el apodo con el que se conoce a Daniel desde hace años, aunque él no había tenido la oportunidad hasta estos últimos días. “Hace poco empecé a trabajar y lo conocí, es excelente. Es una alegría inmensa enterarme que están todos bien y, por sobre todas las cosas, saber que son grandes personas”, pronuncia, emocionado por el reencuentro y una simbiosis inesperada.
Daniel pasó por tres operaciones de cabeza y la recuperación le demandó “múltiples cuidados», según aduce. “En la pierna derecha, la mágica en el fútbol -narra con humor-, me quedó una renguera producto de un coágulo que se formó en la cabeza y dejó una especie de cicatriz en una vena que no permite el normal movimiento”. Si bien debe realizar un ejercicio como si la pierna debiera aprender a caminar nuevamente, los médicos le dijeron que, con tiempo y rehabilitación, es algo que se corregirá.
El pasado viernes, cuando la vida los volvió a colocar frente a frente, a Bocha lo desbordó “una profunda emoción”. “Trabajamos juntos hace poco, pero yo no sabía quién era él y él no imaginaba que a quien había ayudado era yo”, cuenta. “Sentí ganas de llorar, pero por esa extraña visión de la masculinidad que tenemos los hombres, me las aguanté”, espeta, y asegura que el relato de Flavio le trajo recuerdos e imágenes que no registraba. “Fue muy fuerte y muy loco”, expresa. Un reencuentro que aguardó su momento para decir presente y que los fundió a ambos en un abrazo.