Comenzó a correr por una promesa a sus hijos y terminó haciendo mucho más
Ignacio Arregui es un ciclista roldanense que recientemente superó todos sus límites al completar el Desafío Ruta 23, una carrera de 650 kilómetros por la Patagonia argentina.
Por Aquiles Cadirola
“Lo que quería era superar mis límites, no corría contra nadie, sinceramente corría contra mí y ver si realmente podía dejarle un ejemplo a mis hijos que no hay que bajar los brazos ante ninguna circunstancia y no rendirse jamás”, una declaración que pertenece a Ignacio Arregui, un ciclista roldanense que con esas palabras dejó una enseñanza muy valiosa. No hay mejor ejemplo para describir lo que representa el amor propio, ponerse una meta, desafiarse y lograr el objetivo como el que alcanzó en el Desafío Ruta 23, una carrera de 650 kilómetros a través de la Patagonia argentina. Una locura de la que fue posible este deportista amateur orgullo de la región.
Tras el regreso a su ciudad, luego de jornadas extenuantes de pedaleo intenso, ya que se corrió durante cuatro días y tres noches entre el 30 de noviembre y el 3 de diciembre desde San Carlos de Bariloche a Las Grutas, Ignacio habló con El Roldanense y contó su historia que tiene un comienzo en el ciclismo a raíz de una fuerte promesa que le hizo a sus hijos. Ese fue el motor y la motivación que tuvo para no bajar los brazos incluso en los momentos más complicados.
¿Qué significó para vos haber completado este enorme desafío?
Como a todos mis compañeros que lo han intentado y lo han logrado, recién después de algunos días y con menos adrenalina, vamos cayendo de lo que fue y lo que hicimos. Se cruzó la Argentina a lo ancho, pedaleando, con temperaturas altísimas de 38 grados en ruta, al mediodía. Lo que quería era superar mis límites, no corría contra nadie, sinceramente corría contra mí y ver si realmente podía dejarle un ejemplo a mis hijos que no hay que bajar los brazos ante ninguna circunstancia y no rendirse jamás, y darle para adelante a pesar de todo lo difícil que se presente el horizonte. La carrera que hicimos era desgastante, tenías una ruta y veías kilómetros y kilómetros de subida, bajada, desierto, piedras, montañas, ruta, y sabías que tenías que seguir y seguir y que lo veías muy feo. Bajábamos la cabeza y teníamos que juntarnos con el pelotón y por más feo que se veía, no podíamos dejar de pedalear porque ahí nos caíamos y abandonábamos. Esto fue demostrarme a mí mismo que se puede y por más que muchos te digan que estás loco y no vas a poder, el único que tiene que creer en vos sos vos mismo y yo me demostré que puedo lograr lo que sea.
¿Qué fue lo más difícil que te tocó atravesar en la carrera?
Climatológicamente lo más difícil era el calor y el viento, salíamos muy temprano a la mañana y te agarraba al mediodía en la ruta. Si bien había puestos de reabastecimientos cada 50 o 60 kilómetros donde los chicos venían, de mojaban, de daban agua, bebidas isotónicas, lo que quieras para comer, barritas de cereal, frutas frescas, frutos secos, el calor pegaba muy fuerte. Tenía que venir midiendo muchísimo la cantidad de consumo de agua para no deshidratarme y quedarme sin agua entre etapa y etapa. Pero sin dudas lo más difícil que me tocó fueron dos accidentes en los pelotones, uno que me toca la rueda a mí atrás y se cae, y al caerse él se caen todos los ciclistas que venían atrás. Tuvieron que llamar a las ambulancias, que llegaron en dos minutos, se lastimaron mucho y algunos se fueron en ambulancia, a otros les arreglaron las bicicletas como podían y entre todos los ayudamos a terminar la etapa. Otro accidente fue faltando 8 kilómetros para llegar a Las Grutas, yo venía tercero en el pelotón y le tocan la rueda de atrás al primero, se cae adelante mío, se lastima muchísimo, yo logro esquivarlo. Ese chico quedó inconsciente, tuvimos que esperar a que venga la ambulancia para no dejarlos solo. Ese chico había viajado cuatro días conmigo en la carrera, y cuando un compañero tuyo se lastima, es duro. Eso es lo más difícil, seguir después de un accidente.
¿Cómo fue tu preparación en cuanto a entrenamientos y alimentación?
Yo tengo sobrepeso y empecé a andar en bicicleta porque le hice una promesa a mis hijos para tratar de mejorar mi salud y bajar de peso. El entrenamiento me lo prepara un profe, Sebastián Perini, al cual le debo todo, porque la paciencia que me tiene y como me ha preparado para que no sufra ningún tipo de lesión, realmente es impecable. Fue todo un entrenamiento de base acá con cadencia, repeticiones, pasadas, duro porque era invierno, hacía 2 grados bajo cero y había que salir a pedalear igual. Hacía frío, se hacía de noche. Mi familia me ha apoyado porque los fines de semana a las 6 de la mañana agarraba la bicicleta y me iba a pedalear hasta General Roca y volvía. Y los domingos, que era el único día que podía estar con mi familia, estaba andando en bicicleta.
El entrenamiento no solo lo hace el corredor, sino también todos los que lo acompañan. Me hizo el plan de alimentación Aranzazu Renteria (nutricionista) y era una apuesta muy grande, porque tenía que bajar de peso sin perder energía. Teníamos que ir bajando de peso muy despacito, porque si me hacía adelgazar rápido en muy poco tiempo, se corría un riesgo que tenga un déficit calórico y no tenga energía como para afrontar el desafío. Me cambió el hábito alimenticio, todo yendo a lo natural, mucha fruta, mucha verdura, carbohidrato, arroz. Mucho más que al entrenador, hago renegar a la nutricionista.
¿Cuándo comenzaste en el ciclismo y por qué?
Empecé con esa promesa que les hice a mis hijos, y había hablado con un amigo que había sufrido un accidente y me sirvió muchísimo de inspiración. Le dije que quería hacer esto, con carreras complicadas. A veces corro los Rural Bike de acá, pero no soy muy rápido entonces no me va muy bien, prefiero este tipo de carreras de resistencia. Un día llamé a unos chicos que organizaban una carrera en Funes, el grupo “Enviciados”, y era una carrera de unos 20 kilómetros la vuelta. Les pregunté si había para comer y podía ir. Ellos me alentaron para participar y me invitaron después de un viaje a Córdoba donde fui parte de su grupo, es un grupo sensacional, somos 12 o 13, todos nos apoyamos, todos entrenamos, somos todos iguales por más que estemos en diferentes tipos de disciplinas dentro del ciclismo, y desde ahí empecé a formar parte de los “Enviciados”. Me gusta porque en la bicicleta te sentís libre, sentís los taquitos de la rueda repicando en el piso, ves paisajes, naturaleza, conoces lugares que has pasado mil veces en auto pero no te detenes a mirarlos. Te da una sensación de libertad tremenda la bicicleta. Es cansarte y sufrir para después disfrutar del descanso.
¿Qué anécdotas te quedan de la carrera y en general?
Tengo un montón. A esta carrera me meto porque había ido el 27 de marzo a una carrera con los chicos de “Enviciados” a Córdoba, La Vuelta de las Altas Cumbres. Faltando muy poquito para llegar tuve un accidente, pasé el arco en ambulancia y estuve 60 días sin poder subirme a la bicicleta. El entrenador me dijo “mira gordo, si vos no te metes un objetivo groso, vas a abandonar y vas a volver a estar como estabas”. Entonces me anotó en esto. Las anécdotas en esta carrera en general es que en un momento había una persona de 72 años, de Córdoba, que también había hecho una promesa que quería cumplir. Venía con el hijo que lo estaba acompañando y el hijo abandonó. El hombre siguió, lo llevamos creo que las dos últimas etapas, una de 190 kilómetros y otra de 107. Había muchísimo viento, lo pusimos en el medio del pelotón y entre todos lo fuimos llevando para cortarle el viento y todo y que lo pueda terminar. Lo íbamos empujando de la espalda, otros lo agarraban de la mano, hasta que pudo cumplir el sueño de completar el desafío. Es fuerte ver a todos como se colaboran.
¿De qué manera costeas tu participación en las carreras?
Sinceramente es muy complicado, uno va a las que puede y como puede, el país está atravesando un momento económico complicado, generalmente los componentes de las bicicletas son importados, todos caros, desde las cubiertas, las cadenas, todo el mantenimiento que hay que hacerle, realmente es bastante caro. Si bien las carreras que se corren por acá son bastante accesibles, si vas corriendo todos los fines de semana, la inscripción, más algo que tenes que hacerle a la bicicleta, más el traslado al lugar de las carreras, es un número bastante grande. Para este tipo de carreras el número está arriba de los 40 mil pesos de inscripción, pero lo más difícil es la logística como llegar a Bariloche con la bicicleta: o tenes que ir en auto, o la mandas por encomienda y vas en micro o en avión. Y no solamente eso, porque llegas a Bariloche y después tenes que hacer una combinación a Las Grutas. Terminas gastando mucho más en combustible, alojamiento y comida que lo que realmente sale la carrera. Muchas veces no podes hacer estas carreras por una cuestión económica.
¿Hay apoyo del Estado?
En mi caso no tengo apoyo del Estado, de ninguna manera. Si bien algunas personas de Roldán que están hoy en ejercicio de funciones sabían de esto, jamás me ofrecieron ningún tipo de apoyo ni nada, tampoco se acercaron a ver si necesitaba algo. Eso me dolió mucho porque a otros chicos con los que viajé, todos contaron con apoyo de sus municipios o comunas, les daban plata para combustible o para arreglar las bicicletas o les pagaban los repuestos. A la mayoría se les daba algo desde las municipalidades, pero en mi caso en particular, nada. Eso te pegaba fuerte porque van todos con las banderitas de los municipios a los que pertenecían, y si a mi me daban una banderita de acá, la usaba como lonita porque no la iba a usar. Digo que soy de Roldán y punto.
¿Cuáles son tus metas a futuro?
El objetivo a corto plazo es descansar. Después de haber hecho los 680 kilómetros, le pregunté al profe que seguía y me dijo que cuando llegue agarre la bicicleta y saliera a regenerar media hora o 40 minutos, así que no pare ni un día, salvo cuando venía viajando. Ya tenemos programadas con los chicos de “Enviciados” un par de carreras en Córdoba y en la que me accidenté, la quiero completar. Hay otras más de este estilo, el cruce de Los Andes, me gustan este tipo de locuras, espero poder seguir haciéndolo.