EmprendedoresLa Ciudad

Decidió aventurarse en su sueño y creó el primer Gin roldanense

La pandemia le puso un freno a su anterior trabajo y decidió reflotar un gran anhelo. Produjo una bebida con botánicos que él mismo cultiva en la ciudad, la destila profesionalmente en Junín y ya se comercializa.

El comienzo de la pandemia le impuso un freno a Javier Orellana, allá por marzo de 2020. Su trabajo de tantos años, en una empresa de representación de aerolíneas para cargas aéreas, se había paralizado. El tráfico por los aires era una de las actividades en stop cuando el mundo se detuvo, sin embargo fue el momento preciso para que él pudiera reencontrarse con su sueño. Comenzó a producir su propio gin, encontró una receta y logró un producto comercializable. Y lo hizo con insumos casi 100% locales, una bebida íntegramente roldanense.

La experiencia acumulada había servido para absorber la cultura de los destilados. Durante 12 años, gerenció una unidad de negocios y viajó por el mundo, así como se trasladó fronteras adentro del país. Cuando su labor de tanto tiempo entró en stand by, no lo pensó dos veces y decidió comenzar con su creación casera. Su idea era lograr una receta y lo consiguió con el paso de los meses. En noviembre la tuvo lista, una receta que fue el origen de materiales domésticos que adquirió tras hacer un curso de destilación.

“Siempre fue mi objetivo que el gin sea casi íntegramente roldanense. Y lo seguirá siendo”, cuenta Javier a El Roldanense mientras se adentra en la descripción de su proceso creativo. “De los 10 botánicos que utilizo, ocho los produzco yo mismo acá en Roldán. Es por eso que puedo hablar de un gin de aquí, dado que solo compro dos insumos, enebro y coriandro orgánico. Todo lo demás, limones, mora, quinotos, lavanda, salvia, laurel, romero y tomillo, lo produzco 100% aquí”, cuenta. “Me autoabastezco y tengo control de insumos, algo que representa una garantía de calidad”, apuntó.

La única actividad que realiza fuera de la ciudad en torno al producto es la destilación, para lograr que su gin esté en regla y cuente con el control del Registro Nacional de Producto Alimentario. “Para tenerlo, necesité hacerlo con una destilería. Opté por ir a una habilitada de Junín, provincia de Buenos Aires, lo cual tiene un costo. Uso las instalaciones, llevo todos los insumos de acá, macero, destilo, hago todo el proceso a gran escala y me vengo con el producto etiquetado y terminado”, describe. Próximamente, la bebida estará a la venta en locales de la ciudad.

Moonrakers, el nombre que eligió para bautizar su gin, fue el origen de una historia que le contó un amigo inglés y lo cautivó. La leyenda evoca a mercaderes que hace 500 años contrabandeaban ginebra holandesa desde el sur de Inglaterra y se puede leer en la cuenta de Instagram. “Yo la tomé para mi producto. En los viajes adquirí mucho conocimiento en lo que es destilados. Si bien he viajado mucho por Centroamérica y me ha tocado Estados Unidos o Brasil, también viajé a Inglaterra y Noruega. Allí, esa cultura está muy desarrollada”, explica.

“Haber trabajado en empresas me sirvió para ser organizado en el negocio, sea para desarrollo comercial, estructura de ventas y la tarea de diagramar la trazabilidad entre que compras el insumo y dejas el producto final a tu cliente”, narra. Algo que debió aprender fue a manejar redes, “sin ser millenial y teniendo 40 años”, cuenta entre risas. “No estaba muy canchero y tuve que ponerme, como todo, uno nunca deja de aprender”, describe él, que abandonó su anterior trabajo en el último día del año 2020. Hoy, trabaja como abogado y tiene más tiempo para cumplir su sueño. De hecho, dio un curso de destilería.

Javier vive hace una década en la ciudad y su pareja, una mujer que representa la tercera generación de una familia roldanense, lo acompaña en el proceso de producción. Haber emprendido en tiempos de pandemia dice que no significó un obstáculo, y que el empuje que le da a que Moonrakers salga adelante le abrió muchas puertas. “La experiencia de ver cómo funcionan tanto la administración de empresas grandes como de Pymes, colaboró mucho. Y el conocimiento jurídico me ayudó a no dar pasos en falso”, entiende.

No faltarán muchos días para que los roldanenses puedan probar su gin, una bebida cuya nota de catas describe que tiene “en aroma presencia cítrica del limón y el quinoto, con suaves notas florales a lavanda. En boca se aprecia el enebro combinado con los sabores herbales, y la frescura y acidez frutal de la mora”. Aunque Javier, de todos modos, ya se prepara para el verano, cuando augura una mayor demanda, y se plantea objetivos en grande.

“Exportar es un anhelo. Mi última experiencia laboral me permite abrir canales para poder posicionarlo afuera. Pero para eso primero debo competir en algunas instancias de destilados internacionales”, dice. Y no se queda ahí. “Tengo un sueño, tener una destilería instalada como tal acá. Que sea la primera destilería habilitada en Santa Fe. Son objetivos a 2022”, se ilusiona. 

Él es de Roldán, identifica su creación como tal con la ciudad en la que vive, utiliza los insumos que cosecha en familia y tiene aquí su depósito. Solo la destilación la hace fuera, para volver con su gin terminado y listo para salir a conquistar paladares. Javier tuvo un sueño que muchas veces postergó, pero el parate lo ayudó a reevaluar qué quería hacer. Y dio rienda suelta a la bebida que siempre quiso producir.