Dejó el fútbol y su trabajo como kinesiólogo, recorrió el mundo y trajo su show a Roldán
Gonzalo De Cerchio fue jugador profesional, pero abandonó esa actividad para recorrer el mundo de la mano del circo y el arte callejero. Mientras piensa en seguir viajando, pasó por Roldán. Conocé su apasionante historia

Por: Nicolás Galliari
Hubo un momento cúlmine para Gonzalo De Cerchio. Ocurrió hace cuatro años, cuando decidió poner play a una aventura con la que soñaba desde hacía tiempo. Optó por soltar amarras, liberarse de ataduras y salir a andar. Fue el colofón de una historia, la transcurrida hasta ese momento, pero a la vez el inicio de otra, con la que recorrió el mundo a través del circo y la magia. Hace algunas semanas, ese hombre que se había subido a una moto para viajar, estuvo en Roldán exhibiendo su espectáculo de clown en Punto Roldán, situado en el cruce de rutas 9 y AO12.
La idea de hacer un viaje por Latinoamérica empujaba su espíritu nómade, lo impulsaba cada día con mayor fuerza. Fue por eso que decidió dejar de pensar en esa iniciativa y transformarla en realidad, como si existiese un punto y aparte en el guión de su vida. “Trabajaba como kinesiólogo y era jugador de fútbol profesional en Argentina. Cuando la idea de recorrer tuvo mucha fuerza, decidí vender la clínica que había montado, irme del club donde estaba y separarme de mi compañera”, recuerda en diálogo con El Roldanense. Compró una moto y empezó a viajar por países aledaños, predispuesto y abierto a que cualquier cosa pudiera sorprenderlo en el camino.
Había estudiado circo, de hecho realizó un curso con su gran maestro, Adrián Giampani, y la escuela de la calle le brindó la otra mitad. Eran días en que alternaba su pasión por la actividad circense con una carrera futbolística que incluyó pasos por clubes regionales como Tiro Federal, Argentino de Rosario, Sportivo Las Parejas, Atlético Elortondo y Hughes FC, y otros por entidades extranjeras como Sporting Genzano de Italia. Años en los que cosechó amistades con jugadores reconocidos como Nahuel Guzmán, Hernan Bernardello, Lautaro Formica, Iván Pillud, Rafael Maceratesi y Mauricio Sperdutti.
“Empecé a estudiar circo desde la calle y a hacer cosas relacionadas, es algo que siempre me gustó. Desde los payasos a los malabares, la magia y el circo en general”, describe mientras pulsa rewind. Hacía malabares en los semáforos de Río de Janeiro y, a la par, iba dándole forma a su espectáculo personal, el mismo que, luego de exhibirlo por diferentes ciudades mundiales, trajo a Roldán. “En Brasil me rodeé de artistas de circo callejero, fui a convenciones de payasos, a estudiar y a realizar diversos talleres. Todo esto fue mientras viajaba”, señala.
A los 21 años había estado en Italia. Tiempo después, estuvo nuevamente en Europa. Eran estadías que profundizaban su deseo de viajar por el mundo. “Fue ahí que empezó a crecer una idea de viaje en el que me iba sin rumbo, abierto a todas las posibilidades que la vida me ofrezca. Por dentro mío, y en mi mente, se gestó esta iniciativa”, expresa. Sin embargo, aquel viaje primario tuvo un cambio de orientación con el que no contaba. Dejó la moto en Brasil, se subió a un avión y partió rumbo a Rusia. Cruzó el Atlántico y la travesía continuó, sobre todo con viajes a dedo.
“La vida me fue llevando, dejé que eso suceda. Estuve en Tailandia, viví en India, volví a Europa, regresé a India, y ahora estoy en Argentina” cuenta. Y pese a que volvió al origen, donde todo se inició, su estadía en estos lares no se prolongará por mucho más que dos meses, el tiempo mínimo que Gonzalo suele dedicar a un lugar. A través de sus idas y venidas, mostró su show en países como Brasil, Francia, Alemania, Suiza, Italia, Rusia, India, Tailandia y Malasia. “Es un viaje con el que recorrí más de 20 países y aprendí cuatro idiomas: inglés, italiano, portugués y francés”, asegura.
Más allá de que no tiene un punto fijo de residencia, Toulouse es su lugar en el mundo, su base de operaciones. “Es una ciudad ubicada en el suroeste de Francia. Y digo base porque no es la ciudad en la que vivo, siempre me estoy moviendo y estoy viajando”, admite. “Lo que tengo allí son todos mis bártulos, como ropa, bicicleta, cositas así. Es una ciudad hermosa, que ofrece muchas oportunidades para los artistas. Hay una escuela grande de circo y, para lo que hago, me acoge muy bien para trabajar en la calle”, explica.
En su itinerario, hubo sitios y situaciones que lo impactaron más que otros. A saber: “El lugar al que amo y deseo volver es India. Es algo diferente a todo lo que conocemos. Allí pierden validez las reglas que aquí tenemos -narra Gonzalo-. Es un país que te atrapa o te expulsa, la amas o la odias, y a mí se metió profundamente en el corazón”. Como si se viera nuevamente en las calles de Nueva Delhi, rememora los momentos insólitos que atravesó allí. “Recuerdo situaciones que van desde viajar en trenes compartiendo asiento o sentado en el piso, hasta caminar entre las vacas y los monos, que circulan en las calles y veredas”.
Su carrera en el fútbol profesional y su trabajo de kinesiólogo lo marcaron y son parte de su vida, una etapa que creció de la mano con su deseo de salir a conocer el mundo. Pero sus días como artista callejero “hacen que la vida tenga sentido”, afirma De Cerchio. “Es hermoso poder crear, expresarse y compartirlo con la gente, provocar una emoción, ver que hay un feedback. Trabajar en la calle significa libertad. Mi sueldo depende de cuánto puedo esforzarme y provocar en la gente”, argumenta. “Es un mundo de creatividad, magia, risas, y trato de crear un ambiente de empatía, donde todos nos sintamos parte. Y de creer que todo se puede”.
Luego de cuatro años fuera, optó por volver para recibir el afecto de sus seres queridos. “Sentí ganas de volver, abrazar a mi familia y amigos, compartir con ellos todas mis experiencias de viaje y lo que aprendí o crecí como persona”, dice. Tiene pensado llevar su espectáculo a diferentes ciudades y visitar Córdoba y Mar del Plata. También, previamente a volar a Barcelona y regresar a Toulouse, donde ya tiene contratos de trabajo, planea tomar un avión a Brasil y regresar en su moto. A fin de cuentas, como dice La Bersuit en El Baile de la Gambeta, “es como un viaje más para el que viaja siempre”.