La Ciudad

Se quedó sin trabajo en plena pandemia y ahora fabrica tortas asadas para subsistir

Tiene 50 años y la fábrica que lo empleaba lo cesanteó. Ahora pusieron un puesto ambulante en Roldán para vender ese clásico producto: ‘‘Ojalá que nuestra historia les sirva a las personas para salir adelante’’, deseó.

Abel Didovich y Carina Bento, están casados hace 27 años y en la pandemia les tocó atravesar dos de las peores situaciones que la vida puede marcar: la pérdida del trabajo que era el sustento familiar y el fallecimiento de un hijo. Pero con la fuerza interior de saber que hay que seguir dando pelea, encontraron la forma de poder subsistir: se pusieron un puesto de venta de tortas asadas que hoy es visita obligada de casi todo el pueblo.

En diálogo con El Roldanense, Abel comentó: ‘‘Cuando comenzó esta pandemia estaba trabajando en una fábrica de Neuquén, soy soldador combinado de alta presión y estaba trabajando en Vaca Muerta, pero por el coronavirus me mandaron a mi casa y a los 15 días me dieron la baja y me quedé sin trabajo’’.

‘‘Con la plata de la liquidación estaba sobreviviendo, pensando que esto se iba a terminar, y se empezó a estirar en el paso de los días y el dinero que tenía se empezó a consumir’’, agregó.

‘‘En el medio de esta situación, sobre llovido mojado, en San Nicolás uno de mis hijos iba en moto y tuvo un accidente con la policía, agonizó cuatro días y falleció’’, contó y sumó: ‘‘A partir de esa situación tuve que gastar lo poco que me había quedado en el sepelio y en el pedido de justicia por él. Después de esa situación me había quedado sin dinero y como estaba deprimido me puse a pensar qué podíamos hacer y a partir de ahí le dije a mi señora que hiciera tortas fritas, hizo diez kilos y salimos a vender, pero no resultó como lo imaginábamos’’, señaló Abel.

‘‘A partir de lo poco que ganamos con las tortas fritas comenzamos a hacer tortas asadas, y vendíamos en la calle a los conocidos, pero fue aumentando la demanda. Llegó un momento que mi esposa ya no podía amasar porque eran las 4 de la mañana y estaba amasando 30 o 40 kilos y era mucho. Un amigo de Rosario, que sabe mi situación me ayudó y me mandó una máquina para hacer las tortas asadas’’, describió.

‘‘En la búsqueda de un lugar, encontramos un terreno baldío en la esquina Buenos Aires y la vía, en la entrada del loteo Los Olmos. Pedimos permiso para usar ese espacio y nos dieron el visto bueno, tanto los vecinos como el dueño del lugar. Luego de eso fui a la Municipalidad y también conseguí la habilitación’’, siguió el relato de su historia Abel.

Gracias a este proyecto Abel y Carina no sólo pueden distraerse y socializar con casi toda la ciudad sino que lograron sobrevivir, aunque no sin esfuerzo: arrancan a las 4 am y están hasta las 20 trabajando, aun bajo condiciones climáticas adversas.

‘‘Somos gente de trabajo y la pandemia nos arruinó, pero hay que ponerle el pecho a la situación. Si con esto nos va bien, no creo que vuelva a trabajar a Neuquén. Porque cuando se enteraron que falleció mi hijo me querían volver a tomar en la fábrica, pero mi alma me marca que debo quedarme acá peleando con mi mujer’’, describió Abel y cerró con un mensaje de esperanza: ‘‘Ojalá que nuestra historia le sirva a las personas para salir adelante. No hay que esperar que las cosas vengan de arriba, hay que ponerle la mejor cara a la vida, para poder seguir dando pelea’’.