Perspectivas

La Resaca Económica de una Pandemia

Argentina, no se encuentra exenta de los coletazos de la pandemia, y esta situación agudiza, aún más, los problemas preexistentes en su economía.

Por: Augusto Ceraldi*

Para explicar los síntomas de la resaca de una pandemia, que podría ser la recesión económica, la caída de las bolsas, el párate del comercio exterior, es necesario primero analizar por qué la sustancia que ingerimos hace estos estragos en nuestro sistema mundial.

La respuesta podría ser medianamente simple: “todo tiene que ver con todo”. Frase bastante habitual en nuestras conversaciones, especialmente, cuando queremos dar cuenta de un fenómeno que tiene más de una dimensión y que se nos hace difícil explicar. Siendo una muletilla común, para cerrar una explicación, dejando un sabor de complejidad.

Con el Covid-19 pasa algo similar. Es por eso que, para poder echar un poco de luz ante tanta oscuridad es necesario precisar algunos conceptos que nos pueden guiar en este análisis.

Uno de estos conceptos es el de globalización. Concepto complejo que podemos resumirlo de la siguiente manera:
● La globalización económica: caracterizada por el flujo a larga distancia de bienes, capitales y servicios, así como la información y las percepciones que acompañan a estos intercambios mercantiles.
● La globalización política: caracterizada por una difusión de políticas gubernamentales.
● La globalización social: expresada como la difusión de ideas, información, imágenes, personas y símbolos.

Esta breve noción de la globalización, nos permite darle un nombre a lo que vive el sistema mundial en su cotidianidad. Esa permeabilidad y ese flujo cotidiano de personas, bienes e información que transitan a lo largo y ancho del planeta.

Ahora bien, ¿Qué pasa cuando el flujo constante se detiene? Es allí, donde empiezan los problemas.
Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declara oficialmente que el Coronavirus había tomado la categoría de Pandemia, se planteó la posibilidad de que la población del mundo entero, se encontraría expuesta a una infección y que, potencialmente, una proporción importante de la humanidad contraería esta patología.

Este estado de temor a escala planetaria, es generado por las sensaciones y las posibilidades que tenemos de contagiarnos. Esto produce un cese de actividades, tanto sociales, como económicas, derivando en un escenario de incertidumbre, que se introduce en el aumento en la aversión al riesgo. Es por esto que, gran parte de las inversiones en la economía, se han refugiado en activos más seguros, como el Bono del Tesoro Norteamericano.

En un escenario de incertidumbre, como el actual, los fondos de inversión aumentan su aversión al riesgo, colocando sus capitales en activos menos redituables, pero sin riesgo. (Es el típico ¡Vamos a lo seguro!)

En este punto, el comercio se detuvo, debido a que las personas ya no consumen lo mismo que en condiciones normales, inclinándose a comprar, fundamentalmente, productos de primera necesidad.

Este instinto de supervivencia que, se potencia cada vez que aparecen nuevos casos de personas infectadas, repercute de manera negativa en la economía, ya que, para que una economía crezca es necesario que se expanda, y justamente este instinto apocalíptico profundiza las recesiones de los sistemas económicos.

Argentina, no se encuentra exenta de los coletazos de la pandemia, y esta situación agudiza, aún más, los problemas preexistentes en su economía. Los activos argentinos, entran en un riesgo insostenible que nos deja acorralados entre el default y un nuevo capítulo con los, ya familiares, fondos buitre. El riesgo país se disparó a niveles récord y el dólar blue superó al dólar solidario. La renegociación de la deuda se aleja de la realidad inmediata, mientras que el control de cambios es devorado por la devaluación del peso.

Si corremos la vista del Coronavirus, y observamos las bolsas: el panel S&P Merval de ByMA (Bolsas y Mercados Argentinos) acumula en 2020 una pérdida de 47% en pesos y de 56,2% medida en dólares, la mayor caída entre las bolsas globales.

El Merval en dólares terminó la rueda en 244,8 puntos, quebró el piso de la anterior crisis financiera (248 puntos el 21 de noviembre de 2008) y alcanzó el rango más bajo desde los 243 puntos del 2 de septiembre de 2003, unos 16 años y medio atrás.

Por eso, el Riesgo País de Argentina, medido por el banco JP Morgan, volvió a recalentarse: se disparaba casi 500 unidades, a 4.040 puntos básicos a las 17, hora de finalización de la rueda bursátil, tanto en Buenos Aires como en Nueva York.

En conclusión, no somos ajenos a lo que pasa en el mundo. La globalización, implica que cada acontecimiento del mundo repercute de forma directa o indirecta en nuestro país, y en nuestras realidades cotidianas. Particularmente, esta pandemia, agudizó aún más, los síntomas de una Argentina, que todavía no despega, y culminó sumando mayores dificultades en la renegociación de nuestra deuda.

Como reza el proverbio chino, “el aleteo de las alas de una mariposa pueden provocar un Tsunami al otro lado del mundo”

El aleteo esta vez, vino en forma de virus.

* Estudiante avanzado de Ciencia Política (Universidad Nacional de Rosario) – Becario Programa de Formación en Derivados Financieros y Agro-negocios (Bolsa de Comercio de Rosario)