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Los errores de traducción más famosos de la historia

Traducir es una profesión que aparenta ser fácil pero no lo es. Se le puede comparar con un árbitro de fútbol.

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Traducir es una profesión que aparenta ser fácil pero no lo es. Se le puede comparar con un árbitro de fútbol (balompié); si en su trabajo pasa desapercibido, ha hecho un buen trabajo. Por ejemplo: en una reunión de presidentes de diferentes países, al traductor casi nadie del público lo nota, pero sin él (o ella en caso de que sea una traductora) no fuese posible la comunicación entre las partes. El traductor casi siempre queda en el anonimato y muy difícilmente es elogiado, pues no muchas personas son bilingües y pueden percibir la excelente labor que hacen. Pero si se comete un error, éste podría desde cambiar el significado del título de una serie de televisión, hasta potencialmente salvar vidas. Por eso algunas veces es mejor quedarse en el anonimato.

La importancia de llamarse Ernesto

En el título del libro “La importancia de llamarse Ernesto” de Oscar Wilde se cometió un error de traducción, porque en el inglés hay una palabra parecida que es “Earnest” que significa “Serio, honesto, sincero” y de allí es que viene la confusión, por eso es importante contar con una buena traduccion oficial de documentos. El título original es “The Importance of Being Earnest” y el personaje principal se llama “Ernest,” que en inglés suena igual a “Earnest”; en realidad, la obra literaria se debería llamar “La importancia de ser correcto”.

Moises, El profeta con cuernos

A Moisés, uno de los más renombrados profetas de todos los tiempos, se le hizo una escultura con cuernos por el famoso escultor Miguel Angel. El problema radica en que en el hebreo (idioma original de la biblia) la palabra cuernos “karan” significa también rayos de luz y se escribe “צופר”, aunque para ese entonces (los años 1500) se conocía la mala traducción de esa frase. Sin embargo, el escultor dejó plasmado a Moises con cuernos como había sido pintado hace tiempo atrás, quizás por presión social o por decisión propia. Este desliz fue señalado por San Jerónimo, que se dedicó 40 años a traducir la Santa Biblia. Hay expertos que dicen que en realidad no hay ningún error en la traducción, sino que los “cuernos” eran una metáfora de fuerza y conocimiento de Dios. No se sabe cuál es la verdadera historia, pero ambas hipótesis tienen sentido y sobretodo aclaran el porqué de los cuernos de Moises.

La bomba de Hiroshima

A finales de la segunda guerra mundial, los Estados Unidos enviaron un mensaje al Primer Ministro de Japón diciendo que si su país no se rendía, iban a tener una rápida y total destrucción. A lo que el mandatario respondió que no querían dar respuesta a su amenaza en ese momento, manteniendo así la tensión entre ambas potencias. Ese mensaje fue traducido como “rechazamos su ultimátum” y 10 días después la bomba atómica mataría a decenas de miles de japoneses en Hiroshima. Nunca se sabrá si de haberse traducido bien el mensaje, hubiera cambiado el destino de la ciudad japonesa. Allí se puede apreciar la importancia de una buena traducción.