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Marco Ruben, el hombre de perfil bajo que se transformó en ídolo rosarino

Extracto del relato sobre Marco Ruben publicado en el libro "Rosario, cuna de cracks", del periodista local Nicolás Galliari, que podés encontrar en la Feria del LIbro que se hace en Buenos Aires. El ídolo de Rosario Central se retiró del fútbol el pasado fin de semana.

Alzó el trofeo bien alto, tomándolo con ambas manos, y comprendió que todo tenía sentido. El porqué del regreso en 2015 al club que lo vio nacer, la gloria tras muchas frustraciones, su primer título como profesional. Marco Ruben levantó la Copa Argentina y con ello, además de poner fin a ese reloj interminable que marcaba la sequía de 23 años sin títulos para el club, agigantó aún más su figura. Los hinchas ya lo tenían en un pedestal, pero el centro delantero cumplió con el gran objetivo que se había trazado al momento de su retorno, la posibilidad que otras veces había visto de cerca. Festejó con el alma, los puños cerrados y un grito enfurecido el gol que anotó en la tanda de penales, y luego corrió una carrera inmortal para celebrar con Matías Caruzzo, autor del remate decisivo.

(…) Tras su experiencia europea, recuperó la energía, la ambición por jugar, en el preciso momento en que regresó a la ciudad de Rosario. Cerca de sus familiares, de los que estuvo alejado durante mucho tiempo, experimentó la necesidad de volver a ser aquel que había saltado a primera en 2004. Ariel Cuffaro Russo, que lo había dirigido en sexta división, fue el encargado de sumarlo a primera junto al legendario Ángel Tulio Zof. Poco tardó en hacerse lugar ese joven de 17 años que compartía habitación con Chacho Coudet, que llegó a bautizarlo como “Niño Viejo”, por el profesionalismo con que encaraba sus incipientes pasos en la élite. De hecho, una anécdota cuenta que el hoy entrenador lo echó del cuarto cuando observó que el delantero se dormía a las 23 horas, acostumbrado a levantarse temprano para ir al colegio.

La historia cuenta que Ruben estuvo cerca de no formar parte del club en el que es ídolo, ya que no pasó una primera prueba. Formaba parte de Combatientes, de la localidad de San Lorenzo, y pensó más de una vez la oportunidad de aceptar la invitación y viajar a Paraguay. Existía un grupo que llevaba jugadores de la zona a Libertad, que conducía Gerardo Martino. Los padres no aceptaron que Marco saliese del país siendo tan joven y le sugirieron volver a probar suerte con la camiseta auriazul. Destacó frente a la mirada de los entrenadores y comenzó un periplo que lo tuvo como protagonista absoluto. Goleador empedernido, muchas de sus conquistas son inolvidables, sobre todo en los clásicos frente a Newell’s.

A comienzos de 2007, River lo contrató inmerso en un paquete, junto al arquero Emanuel Ojeda y el lateral Cristian Villagra. El objetivo era que la joven figura del fútbol nacional reemplazara a Gonzalo Higuaín, vendido a Real Madrid. Sin pena ni gloria en Núñez, comenzó la carrera del otro lado del charco. Fueron siete años allí y un pequeño paso por México, hasta que Central lo trajo a préstamo. Luego, la entidad auriazul compró su pase en cinco millones de dólares, una cifra récord para el club. “Esta adquisición es la más importante de la historia de nuestra institución, junto a la compra de Mario Alberto Kempes. Es un hito para el club. El mejor del país es nuestro”, se leía en el parte de prensa que comunicó la transacción. En medio de las dudas y las trabas que el Dinamo de Kiev, dueño del pase, ponía para la obstaculización del pase, amenazó con retirarse del fútbol. Su intención estaba clara, retornar a su lugar de origen.

Coudet lo pidió y llegó a Rosario habiendo convertido únicamente dos goles en el año anterior. Pero fue su año de destape, quizá demostrando que necesitaba sobremanera regresar al Gigante de Arroyito. Luego de un cortocircuito con los dirigentes y la posibilidad desechada de salir hacia el Santos de Brasil, vio la gloria frente a frente al celebrar un título doméstico. Central se configuró, así, como el primer equipo del interior en ser campeón de la Copa Argentina (ya lo era del fútbol argentino en general). Historia pura. Tras el título, sí llegó el momento de salir y probar suerte en Atlético Paranaense, de Brasil, para volver con mayor fuerza.

Hombre de pueblo, al que no le atrae vivir bajo el flash de las cámaras, Marco Ruben suele escabullirse en el río y su pasión por la pesca. Parece ir a contracorriente del futbolista modelo de la actualidad: perfil bajo, nada de declaraciones altisonantes y gusto por la música criolla, vernácula. Admirador tanto de Horacio Guaraní como de José Larralde, le gusta recitar, algo que ya hizo en un programa de televisión. Sin duda, un jugador que escapa a la modernidad, pero que paga el aliento de su gente con goles claves, apariciones en clásicos y liderazgo en el gran título que sumó al palmarés.

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