La Ciudad

Rubén, el roldanense que reivindica cada día a los excombatientes con banderas en el frente de su casa

Es su manera de exponer el sentimiento nacionalista, un orgullo que intenta que muchos otros imiten. Se quiebra cuando recuerda a los caídos y señala que es una pasión que data desde que tiene uso de razón.

Por: Nicolás Galliari

Del frente de la casa de Rubén cuelgan tres banderas. Todas ellas mantienen en alto el honor de los combatientes en las Islas Malvinas, en tanto que hay una en reserva que recuerda a los 44 tripulantes fallecidos por el hundimiento del ARA San Juan. Es la forma que tiene este vecino roldanense de exponer su sentimiento nacionalista, de rendir tributo a quienes elevaron la insignia blanquiceleste. Las tres telas flamean con el viento y se ven a simple vista cuando uno pasa por la calle.

Si bien podría pensarse que se trata de un excombatiente o alguien que estuvo en el servicio militar, no es este el caso. Rubén realza las figuras de quienes pelearon por el territorio argentino con orgullo, intentando que su legado continúe y los nombres no se olviden. Y lo hace con el convencimiento de que debería ser algo cotidiano, no un caso aislado en la ciudad. Propone que muchas personas se sumen y repliquen su estela patriótica, no solo en fechas históricas sino en la rutina del día a día y la vida cotidiana.

Por un momento, él, que se encuentra viendo contenido sobre las Malvinas en su celular apenas llegado del trabajo cuando recibe la visita de El Roldanense, se quiebra cuando recuerda a los soldados caídos. “Muchos tenían la edad que hoy tiene mi hijo, fue todo muy injusto”, describe. La emoción pasa luego de unos segundos y se predispone a seguir contando de dónde proviene ese orgullo por el manto nacional. Sin embargo, dice que no hay una historia por contar, sino que es algo que posee dentro suyo desde que tiene uso de razón. “Tenía cerca de ocho años cuando fue la guerra, y esto viene desde aquella época”, asegura.

En el interior de la casa descansan otras banderas que supieron estar a la vista de todos, pero el viento las dañó con el paso de los años y la familia decidió protegerlas. Las que se encuentran hoy fuera de casa son lienzos de una calidad mayor, con una bella pintura y la fuerza para sortear cualquier obstáculo de la naturaleza. En la biblioteca del comedor, en paralelo, hay colecciones de libros sobre Malvinas, ediciones con las que Rubén pasa horas leyendo en la galería o frente a la vereda de su casa.

Hay días en que los vecinos pasan por el frente de su hogar y miran si las banderas están presentes o no. Rubén, asimismo, prueba con encontrar una explicación a su nacionalismo en la herencia de su padre, que formó parte del ejército. Tras unos minutos de charla, trae a la mesa tres fotos que recuerdan aquella época de su progenitor. En su momento, el sorteo hizo que él no debiera realizar el Servicio Militar Obligatorio, más allá de que hizo lo posible por hacerlo y tuvo voluntad de participar. 

Con la charla avanzada, se preocupa en enfatizar que siempre estará del lado de los soldados, no de aquellos que arreglan guerras desde sus despachos ni “de los milicos”. También, recuerda las épocas en que veía aviones militares que dibujaban vuelos en el cielo roldanense, hace más de 30 años, o los desfiles que había en la ciudad durante la década del ‘90. Y se propone continuar con su sentimiento a flor de piel, hacerlo más intenso, y aboga porque su familia también lo imite. A fin de cuentas, asegura, se trata de algo que debería ser moneda corriente.