La Ciudad

Se cansó de la rutina, abandonó la gerencia de una empresa y hoy lidera tres firmas propias

Un joven roldanense decidió poner punto final a una experiencia desgastante de muchos años. Lo hizo cuando la pandemia recién comenzaba, pero encontró la forma de reinventarse.

Existen momentos en que la vida se vuelve rutina y es necesario un cambio. “Todas las mañanas son iguales”, cantaba Pappo allá por comienzos del milenio. Algo así le sucedió a Diego Angeloni, un joven de la ciudad que, a comienzos del año pasado y antes del inicio de la pandemia, decidió poner punto final a una experiencia de muchos años. Se tomó unas distendidas vacaciones, regresó a su hogar y logró reinventarse. Aquel gerente de una empresa que no despegaba el celular del oído mutó en alguien que tal vez no trabaja menos que antes, pero sí lo hace más desacomplejado.

Transcurrieron solo un par de semanas de su vuelta tras el descanso, cuando fue decretada la cuarentena. Estaba convencido de lo que había hecho, aunque ahora debía analizar el futuro. “Pensé en dónde me había metido, de qué me iba a disfrazar”, dice a El Roldanense mientras abre el abanico de su historia. Rápidamente encontró la primera vía de escape, aunque no se quedó solo con ello. Hoy lidera tres empresas que, con visión estratégica, supo moldear. Aún un año en el que costó tanto improvisar y encarar nuevos desafíos como el 2020.

Fue gerente de producción por 12 años de Flexigrass SRL, una empresa del rubro del vidrio con sede en Villa Gobernador Gálvez.  “Tenía muchas personas a cargo, la fábrica laburaba las 24 horas y llegó un punto en el que me empezaron a saturar las responsabilidades, los quilombos de la empresa. Había cosas que por ahí me excedían y caían igualmente en mí”, cuenta. Fue el primer escalón. Con el paso de los días y mientras analizaba qué nuevo rumbo tomar, abrió un negocio de producción y venta de artículos de limpieza. Con la gran demanda que hubo por entonces de alcohol en gel, le fue muy bien en el inicio.

“No es que necesitaba algo más relajado, de hecho no sé si estoy más relajado ahora que antes. Pero sí quería que las cosas empezaran a depender de mí. Me fui cansando de todo eso  e intenté independizarme, para así manejar mis tiempos, mis responsabilidades y decidir yo mismo qué sí y qué no”, dice Diego, añadiendo que tenía a unas 50 personas a cargo y día a día debía lidiar con accidentes, falta de personal y fallas técnicas, entre otras cosas. “Cuando me fui, no tenía idea de cómo me iba a ir; me la jugué, dije ‘que sea lo que Dios quiera’ y, por suerte, me fue bastante bien”, explica.

El segundo paso de la reinvención fue la apertura de una carpintería de aluminio, con la que pudo tomar varias obras en la zona. Luego, comenzó a traer del norte del país carbón, leña, durmiente de quebracho y ladrillos, con los que aprovechó la reactivación de la construcción. Los primeros meses fueron de indecisión y un tanto de incertidumbre, pero el tiempo le hizo saber que la decisión de abandonar su anterior trabajo había sido correcta. “Venía sufriendo, pero uno necesita laburar y no le queda otra”, suma.

No obstante, el verdadero click para mudar todas sus ideas fue su hijo de tres años. Llegaba a casa a las 19 horas y prendía la televisión para echarse en el sillón y distender un rato. “Yo llegaba, él traía los muñequitos y yo por ahí los movía un poquito, pero estaba mirando la pantalla. No me daba la cabeza y quería bajar las revoluciones”, expresa. Una tarde, supo que debía reorganizarse: “Mi novia me contaba que una vez estaba en Rosario con él y, cuando yo le avisé que había llegado a casa, él dijo ‘no, papá malo, papá no juega’. Después de eso dije ‘no, yo estoy loco, me estoy perdiendo todo esto por plata que encima es para otro”.

Actualmente, Diego no duda en trabajar un día más hoy para decir presente mañana. “Me pasa que hay días que me levanto a las 5 de la mañana y vuelvo a las 7 de la tarde, pero también hay otros en que son las 14 y ya estoy en mi casa para ir a andar en bicicleta con él”, dice. “Tuve el apoyo de mi familia a full. Sin ellos hubiese sido imposible. Los primeros meses nos achicamos en gastos, pero luego se fue dando todo”, expresa.

Conjuntamente a esta mutación con la que pasó de la gerencia de una empresa a la apertura de tres firmas propias, Angeloni continúa formando parte del espacio local Recuperemos Roldán, con el que ayudan a merenderos y comedores de la ciudad, además de acercar salidas laborales, cursos o capacitaciones. También, se encuentra trabajando en su programa de radio “Sin Experiencia”, con el que intentan  “darle voz a la gente, para que llamen, puedan quejarse, pasar su reclamo”.

Hace poco más de un año, puso punto final a una experiencia que avizoraba agotada. Él también lo estaba y necesitaba ir en busca de la plenitud. Puede que trabaje más que antes, pero maneja sus tiempos y está más cerca de su casa. “Hoy aprovecho un montón de cosas que antes no podía, ya no me pierdo nada”, concluye.