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Una vida en el tatami: Valentina es de Roldán y representará al país en un certamen de taekwondo

Llegó a la ciudad a comienzos de año y ya abrió su propia escuela. Es subcampeona mundial, figura de la selección y busca relanzar su carrera deportiva, para volver a los primeros planos.

El taekwondo nunca fue una imposición, sino exactamente lo contrario. Poco después de cumplir 12 años de vida, ella le pidió a su familia que la inscribiera en alguna academia para comenzar a practicar el deporte. Aquel día significó un antes y un después, jamás se despegó de una disciplina que construyó su modo de vivir y de ver las cosas. Viajó por diferentes países, conoció otra cultura gracias a la competencia y se transformó en una de las figuras de la selección argentina. Tanto creció en el tatami que fue subcampeona mundial y no se quedó allí, sino que en octubre volverá a representar al país en un sudamericano.

Las vicisitudes actuales producto de la pandemia hacen que el torneo del próximo mes sea íntegramente online. Pese a que se está trabajando en protocolos, los certámenes aún no son presenciales. Es por eso que Valentina Vega, la protagonista de esta historia, competirá en la modalidad “formas” y deberá grabar el material para enviar en los próximos días. Acompañada en su equipo por una deportista de Arroyo Seco y otra de Pueblo Esther, luego esperarán al 8 y 9/10, cuando los jueces darán su veredicto vía Zoom. 

“Se viene una competencia muy linda. Es como si fuera un torneo presencial, solamente que esta vez se realizará por video”, cuenta a El Roldanense, y agrega que hace más de dos semanas que se encuentra entrenando en equipo. “Toda competencia tiene su importancia, su preparación, el respeto y el compromiso que se merece. Para nosotros, sigue siendo igual que ir y hacerlo de manera presencial, le ponemos las mismas ganas y convicciones. La verdad es que nos encanta”, dice Valentina, lejos de que una pantalla pueda quitarle un ápice de competitividad. En estos días, grabará las formas para adentrarse de lleno en el torneo.

Oriunda de Reconquista, llegó a Roldán hace poco tiempo, más precisamente a comienzos del presente año. Decidió mudarse para relanzar su carrera y estar cerca de su maestro y entrenador, un hombre que vive en Arroyo Seco. “Conocía Roldán desde hace tiempo, tengo parientes acá y, tras todas las veces que he venido en verano a visitar, la ciudad siempre me gustó. Además, por la falta de entrenamiento, buscaba expandir mis horizontes”, subraya. “Buscaba salir, estudiar, otras experiencias laborales. Fue un conjunto de todo lo que me hizo decidir por venir para acá. Roldán tiene buena onda, la gente me aceptó enseguida y me encontré con un lugar hermoso”, suma.

Subcampeona mundial en Bielorrusia 2017, Valentina expresa su voluntad de tener una revancha. Es por eso que optó por cambiar de rumbo y volver al entrenamiento, para así volver a ser. “Entre aquel torneo y ahora que volví a la competencia me agarró una depresión, no pude superarlo. Fue tan grande el esfuerzo económico y físico…”, relata y hace un viaje en el tiempo. “Acá me siento mejor. Sentí que era mi momento de salir y buscar cosas nuevas. Desde que vine a Roldán pensé que éste iba a ser mi lugar, y aquí estoy”, cuenta hoy, a sus 26 años y dispuesta a representar a la ciudad en los Panamericanos.

“Estoy tratando de regresar, mi sueño es lograr un campeonato mundial, no sé si ahora a corto plazo. Tengo en mente volver a ese movimiento, a lo que era mi vida deportiva”, señala con ilusión Valentina. “Lo mío siempre fue el deporte y la competencia. Desde el 2017 hasta antes de mudarme a Roldán, había dejado de hacer todo lo que me gustaba. Me desencontré conmigo misma, me perdí. Ahora, mi deseo es retomar ese camino, estoy en proceso de retomar los entrenamientos”, se esperanza ella, quien tiene a Paula Pareto como modelo a seguir, más allá de la campeona olímpica se destacó en otra disciplina.

Así como el taekwondo es una pasión desde que comenzó a entrenar hace 14 años, también se dedica a enseñar y tiene su propia escuela en Roldán. En un principio, llegó a tener dos turnos en el living de su casa, aunque hace poco menos de un mes mudó las clases al Néstor Klub. Con 19 alumnos en sus filas, la mayoría mujeres, dice que las inscripciones no cerraron y el espacio está abierto para anotarse. “A mis alumnos les transmito la pasión que tengo por el deporte. Me encanta enseñar y trato de que absorban todo lo que yo he aprendido en mi carrera desde ahora. Les encanta, son muy prolijos y técnicos y se siente cuando les gusta. Me veo muy identificada y siento que les transmito mi esencia”.

Una de las grandes ilusiones de Valentina va de la mano con quienes asisten a su escuela. “Al tener las herramientas al alcance, pueden crecer con conocimientos y se puede lograr que, cuando sean más grandes y estén en edad de competencia internacional, tengan un mejor desenvolvimiento del que tuve yo”, dice. “Estoy súper contenta, el club es un espacio muy lindo y está muy bien cuidado. No puedo pedir más”, agradece, y señala que el motivo fundamental de la mudanza a un espacio mayor fue la creciente demanda por aprender el deporte, tanto de chicos como de adolescentes y adultos.

La pasión por el deporte, esa que vuelca cada vez que pisa el cuadrilátero, en un modo de sentir que cultiva desde hace tiempo. “El taekwondo se divide en dos partes, la deportiva y la marcial, es un deporte muy completo. Además de trabajar la parte física y competitiva, lo que es la lucha, se trabaja mucho el desarrollo del cuerpo y la mente, utilizando técnicas de defensa personal”, explica. “Tiene su costado que es de protocolo, de cuidado del cuerpo, respeto, valores y usos cotidianos que, como todo arte marcial y milenaria, lo hace más completo y muy lindo de realizar y vivir. Las vivencias de este deporte son emocionantes”.

Gracias a su participación en diferentes torneos, pudo viajar y conocer otros países, observar otras costumbres. “Lo lindo de los torneos es que, cada vez que viajamos internacionalmente, hacemos escala en un país o tenemos después días vacacionales tras el campeonato”, expresa. “En el 2013 estuve haciendo escala en Italia para luego ir a Bulgaria, y en 2017 hice escala en Dubai para competir en Bielorrusia. Luego, tuvimos una semanita de paseo en Rusia. El taekwondo me llevó por muchos lugares”, añade. Incluso, cuenta que se enamoró de la vieja Europa: “Es todo tan hermoso y mágico que no lo puedo explicar”.

Se acerca el Panamericano, acaso el inicio de una revancha personal que engloba en sí mismo la chance de ganar una nueva medalla con la bandera celeste y blanca. “Para nosotras es un gran orgullo representar al país. No es la primera vez que lo hacemos”, relata ella, quien ya fue parte de dos torneos de este tipo durante su carrera deportiva y ha obtenido preseas. “Fui campeona en lucha individual y logramos el primer puesto en lucha y tul por equipo. Ganamos cuatro medallas de oro y la copa challenger. Es una satisfacción enorme, estamos acostumbradas”, asegura. “Somos figuras reconocidas de la selección argentina. Lo tomamos con total compromiso y unas ganas terribles”.

Ilusionada con seguir entrenando, compitiendo y enseñando, Valentina continúa estudiando en paralelo. Es docente de la materia electricidad en la escuela técnica y, además, está haciendo el profesorado en educación física, soñando con entrenar atletas de élite y tener su propio gimnasio. El alto en sus actividades posterior a la desilusión del 2017 no contaminó sus planes; por el contrario, aumentó su sed de revancha y su pasión por el taekwondo. En octubre intentará celebrar a través de la pantalla, para luego volver a un campeonato del mundo. Repleta de objetivos y proyectos personales, es hora de regresar al tatami para ella.