Miguelito, el ángel de los pantalones cortos
Atorrante, vago y callejero. A veces zorro y mañero, siempre querible. A menudo traidor, no tenía banderas ni camiseta. La calle lo extraña, el pueblo lo extraña.
Por Darío Sergio Ávila
Atorrante, vago y callejero. A veces zorro y mañero, siempre querible. A menudo traidor, no tenía banderas ni camiseta, podía ser de Newell o Central, River o Boca sin ningún tipo de remordimiento. El fin justificaba los medios. En mi casa era cuervo y una vez lo escuché cantar por Ferrocarril Oeste. Ser manguero era su naturaleza, tenía proveedores por todos lados. A todo el mundo tenía abonado. Usaba la psicológica: era su cumpleaños. Aunque creo, tenía más de cincuenta, solía decir que tenía nueve o diez, un adorable mentiroso, era sólo un niño, un niño grande, un ángel en pantalones cortos. La calle lo extraña, el pueblo lo extraña. Extraña su portafolio y sus cuadernos, su paleta y pelotitas de tenis. Extraña su sonrisa. Extraña sus cuestionamientos y razonamientos, sus empaques y pucheros. Extraña verlo cantar feliz por toda la ciudad… La ciudad hace tiempo que ya no canta… Sólo un miserable cromosoma nos diferenciaba, sólo uno…, y eso lo volvió un ser único, especial, diferente…
Miguel Profeta, Miguelito…, un cacho grande de la historia de Roldán…