Roldán Puras Historias

Que arriba mi calle se vistió de fiesta: Roldán entre el trabajo y el ocio

Tras largas jornadas laborales llegaba el momento de recreación. Apunte de aquellos primeros bailes y encuentros populares que tomaron forma en la ciudad, con determinante influencia del componente inmigratorio.

Por Lic. Alicia Florián y Lic. Silvana FogliatoQue arriba mi calle / se vistió de fiesta

[1]

La pampa gringa, tierras de pan llevar, granero del mundo, el milagro del trigo, el trabajo, el futuro. Nuestros pueblos y ciudades agrícolas asocian su existencia a estos conceptos y Roldán no escapa a esta regla que permanece en el imaginario colectivo de un país que se construyó en función de un área de desarrollo vinculada al modelo agroexportador.

Miles de agricultores, colonos, arrendatarios y propietarios, dieron sus días y brazos para lograr su progreso familiar implicando el crecimiento de la sociedad en su conjunto. Y los pobladores roldanenses bien conocen de estas largas jornadas rurales que comenzaban antes del alba y acababan cuando el lucero anunciaba su presencia. El aislamiento rural de las propiedades, el silencio de las noches en las calles apenas marcadas en el centro de la colonia y las huellas de los caminos, albergaban el descanso nocturno de las familias que retomarían las actividades pocas horas después.

Pero ciertas ocasiones eran el motivo del quiebre de esta rutina. Esto significaba la evasión de la mortecina quietud de las tardes campesinas, dada por acontecimientos que involucraban a toda la comunidad. Los eventos familiares y sociales, la inauguración de edificios fundamentales para la vida del pueblo, las fiestas patrias y celebraciones religiosas, y las hazañas deportivas resultaron fundamentales para generar nuevos espacios de intercambio comunitario.

La sociabilidad primaria en Roldán provino de la reunión de familiares y amigos por diferentes motivos, siendo los tradicionales, los casamientos, bautismos, cumpleaños, Navidad y Semana Santa. En la soledad del campo abierto, la presencia de la casa-habitación, luego ampliada, y del patio de tierra o mejorado era símbolo de la presencia humana y del contacto.

De gaitas, violines y canzonettas

Se le debe a la colectividad suiza una de sus manifestaciones musicales típicamente europea [2] como lo es el canto coral. Junto a pobladores italianos, los suizos desarrollaron el hábito del canto doméstico y religioso animando las celebraciones parroquiales y familiares.

Fue en 1876, que don Pedro Dürst fundó para Bersntadt su primera Sociedad de Canto. Luego la especialidad fue impartida en las diferentes escuelas de la localidad, lo que llevó a reproducir esta práctica en la vida cotidiana de la familia roldanense desde sus tiempos iniciales. En 1908 nacerá otra importante institución cultural afín la Sociedad Musical Popular que se fusionaría al Grupo Orquestal Excelsior dando origen más tarde a la Sociedad Sportiva Recreativa. A inicios del siglo XX la Sociedad de Canto de Roldán también aportó su obra al desarrollo local, siendo la misma beneficiada con la exoneración de impuestos municipales para la organización de veladas musicales.

En cuanto a las veladas danzantes las primeras datan del año 1874 cuando una ordenanza municipal otorgó licencias para bailes, mediante un recibo donde se asentaba la designación del local y el límite temporal del permiso. Se establecía además, que para los ocho días de Carnaval, Año Nuevo y Semana Santa se darían permisos gratuitos [3].

Ante acontecimientos especiales son los propios vecinos los que solicitan permisos a las autoridades comunales para la realización de festejos con bailes, causando en ciertas ocasiones daños y disturbios al orden público, tal lo sucedido en 1895 que por razones de moralidad pública se prohíben bailes para Semana Santa [4]. La organización de estos bailes en una fecha de recogimiento, habla de las pocas oportunidades de recreación durante el primer lustro de la colonia que poseían los sectores más populares de Roldán que no tenían acceso a otras diversiones.

Son los inmigrantes italianos quienes gracias al acordeón a piano mixturando los sonidos peninsulares con las polcas de Europa del centro y del este, con  valsecitos y sonidos del litoral santafesino, friulanos y marchesianos transmitieron su espíritu festivo. El nativo del sur europeo trae consigo la idea de la fiesta, traducido como celebración del trabajo y la cosecha representaba el fruto al esfuerzo y un año de cierto alivio económico. Se llevaban a cabo en las instituciones recreativas y sociales, en los campos y casas particulares, según la posición socioeconómica de cada familia.

El chacarero y el colono, junto a demás trabajadores rurales celebraban con grandes bailes en los patios, con comidas y juegos, y por la noche si era posible se trasladaban al pueblo para continuar los festejos en los populares bailes al aire libre como un alto en la tarea anual.

“En casa de mi abuelo se reunían los sábados tomaban vino, cantaban, y carneaban un cerdo y las mujeres charlaban y cebaban mate. Los hombres se amanecían ahí bailando y jugando a la taba.” [5]

Las típicas romerías españolas constituyeron celebraciones básicas de la comunidad. En ellas se contactaban los distintos grupos y estratos sociales y las nacionalidades que a inicios del siglo pasado habían dejado atrás las décadas de adaptación y de zozobras comunes de la problemática de la emigración:

“Eran los que llevaban más gente de los alrededores. Mis hermanas iban mucho a las romerías, yo no tanto… ya por esos años tenía que cuidar a mamá.” [6]

Pero fueron las llamadas fiestas vascas organizadas para la celebración de San Ignacio de Loyola cuyo auge se dará a partir de la década de 1920 cuando el contacto social sea una práctica mucho más cotidiana que cuatro décadas atrás.

La jornada festiva comenzaba con la celebración de un oficio religioso y finalizado el mismo se recorría el pueblo visitando las principales instituciones sociales como la Municipalidad, clubes sociales y deportivos, centros culturales y escuelas, en los que los representantes de la comunidad vasca eran recibidos como benefactores. Luego se servía un almuerzo al que eran invitada la comunidad vasca rosarina del Centro Zapirav Bat, y por la noche se llevaba al cabo el tradicional baile con animación de orquestas de típica y jazz y agrupaciones de música española.

Hacia mediados del siglo XX, las actividades de esparcimiento fueron asimiladas por los clubes sociales y deportivos y desarrollada en forma semanal, casi a manera de ritual como una tradición que recordaba otras épocas. Luego, las mismas se fueron relegando a un segundo plano en su función social y de contacto, si bien continuaron en su rol benéfico y como propulsor de obras comunitarias. Estas jornadas organizadas por los clubes como la Sociedad Sportiva Recreativa y el Centro Cosmopolita Unión y Progreso eran de gran esplendor. Muy popular era el Baile de la Noche de Reyes que atraía a la familia roldanense en sede de La Sportiva.

Con el andar de las décadas la ampliación de los tiempos de ocio, y las nuevas formas de diversiones, medios de comunicación y formas de contacto social más diversos han modificado nuestra sociedad. Pero nuestra ciudad sigue sosteniendo sus tradiciones y encuentros en instituciones, calles y hogares en recuerdo a sus orígenes, raíces, y como celebración de lo logrado en décadas de vida comunitaria. Que esas jornadas se repitan año tras años, que otras nuevas sumen y aúnen generaciones, que lo tradicional se sume a nuevos aportes para seguir creciendo y, aunque sea por unas horas, olvidar que cada quien es cada cual.

Que arriba en mi calle / se acabó la fiesta [7]


[1] JOAN MANUEL SERRAT, Fiesta, Álbum: Mi niñez, Discográfica Novola, 1970.
[2] Uno de los grupos inmigratorios más importantes asentados en Bernstadt fueron los colonos de nacionalidad austríaca, amantes de este tipo de actividades musicales, así como muchos italianos del Véneto y zonas linderas a Austria.
[3] AMCR, Libro Copiadores de Notas, Año 1874, folios 22/23.
[4] AMCR, Libro Copiadores de Notas, Años, 1876-1888, folios varios.
[5] JOSÉ CAMISCIA, Entrevista. Roldán, 1999.
[6] MARIA ESTHER TABOADA, Entrevista, Roldán, 1996.
[7] JOAN MANUEL SERRAT, Fiesta, Álbum: Mi niñez, Discográfica Novola, 1970.