Roldán Puras Historias

Sueños rotos de Madame…

Un recorrido histórico sobre la actividad prostibularia en la ciudad. Poco se sabe de aquellas muchachas roldanenses...

Por Lic. Alicia Florián y Lic. Silvana Fogliato*

Hubo un tiempo en que las mujeres carecían de voz más allá de la cocina y los trastos de lavado, de cuidados maternales y alforjas masculinas para la labor diaria. Pero sus voces quedaban grabadas en sueños echados al aire como murmullos, ambiciones de ser diferentes, aquí o más allá de los mares. Algunas – muy pocas– lograron cumplirlos; a otras, la vida les mostró una realidad mucho más gris que el patio de tierra de aquellas ciudades en gestación donde les tocó vivir.

Sin duda la inmigración masculina en forma masiva como fenómeno social en el país y en nuestra región trajo aparejada la modificación de los hábitos y comportamientos sexuales tradicionales debido, no sólo a la falta de mujeres, sino al desfasaje de las edades masculinas respecto a las femeninas. Para dar respuesta a esta realidad comienza a organizarse el negocio prostibulario, legal y clandestino, estructurando el mercado mediante la importación de mujeres europeas.

A las mismas reclutadas en la Europa central y del Este, se les ofrecía una vida aparentemente más fácil o la inserción laboral en las grandes ciudades de la pampa argentina. Así, particulares o grupos invierten en lenocinios y la clientela determina el gusto y las preferencias, fijando el precio sobre la oferta. Buenos Aires y Rosario concentraron el accionar de verdaderas organizaciones que se dedicaron a la trata de blancas y al regenteo de burdeles en las zonas cercanas al puerto y las estaciones ferroviarias.

La actividad prostibularia en Roldán reunió ciertos caracteres y puntos que aparecen como constantes. La gran masa de población rural masculina sin familia, de origen nativo o extranjero, aumentaba la demanda del servicio y la presencia de casas de tolerancia en la zona, las cuales se convirtieron en pingues negocios para sus regentas y para el erario municipal, que recargaba con impuestos y multas elevadas ante la mínima falta.

Los primeros antecedentes del ejercicio de la prostitución se hallan documentados en el año 1899 cuando las autoridades locales comunican al Juzgado de Paz las denuncias recibida sobre la existencia de un prostíbulo clandestino –lo cual hace suponer que existían otros autorizados–, en la casa de la viuda Paulina, solicitando se investigue dicha situación. Al año siguiente se eleva al Ministro de Gobierno de Santa Fe información sobre denuncias verbales en relación a la casa de la viuda Paulina de Morera donde se ejercía la prostitución clandestina.

Para el año 1909 la Municipalidad de Roldán implementaría un registro o Matrícula de Prostitutas donde aparecerán registradas cinco casas de tolerancia entre los años 1909 y 1937. Dicho registro detalla importantes datos como nombre de la casa, ubicación en el pueblo y domicilio, nombre y apellido de la regente y de las mujeres que trabajaban en el servicio, así como la edad y la nacionalidad de todas ellas y rasgos físicos de cada mujer. Se asentaba además la profesión alternativa, escolaridad alcanzada o alfabetización, entrada y salidas de la casa, y los registros de enfermedades y ausencias por partos o internaciones.

La primera casa de tolerancia registrada en la localidad fue la de Honoria Sandes, sita en calle Carcarañá y regenteada por Rosa Ceballos. Los datos de la misma se extienden desde el año 1909 hasta el 25 de diciembre de 1910. En dicho local trabajaban casi 50 mujeres, todas argentinas sin otra profesión declarada que la ejercida, con edades que oscilaban entre 18 y 29 años. Del grupo solo tres de ellas manifestaron ser analfabetas, mientras que las salidas asentadas eran por motivos particulares hacia Rosario.

Otra de las propiedades registradas es la de Ángela Rodríguez conteniendo información solo por unos días del año 1912, mientras que para 1915 quedó registrado el local de citada Honoria Sandes ahora a nombre de la misma. Una de las casas más importantes de la zona, dada la cantidad de mujeres que allí daban servicio- muchas emigradas de otros locales similares, será la de Elena Siat, polaca, letrada y propietaria del local, junto a Luisa Tulisi. Durante los años treinta dicha casa registrará una gran actividad. Su auge coincidió con la entrada en vigencia de la Ordenanza Municipal rosarina de 1933 la cual erradicaba los prostíbulos en esa ciudad. Por dicha causa los locales y las mujeres optaron por establecerse en localidades vecinas cono Roldán, Granadero Baigorría y Funes. La mayoría de ellas mujeres eran jóvenes argentinas de entre 16 a 32 años de edad, sin profesión y letradas.

Según los registros, las enfermedades más comunes asentadas eran de tipo infecto-contagiosos como difteria y escarlatina y venéreas como sífilis y otras no determinadas. Se detallaba el estado sanitario general y particular de las mujeres, y los controles realizados a cada una de ellas. Según emana del documento, una de las mujeres dejó el lugar luego del nacimiento de su hijo, lo que hace inferir que sería una práctica común entre las muchachas, a juzgar por la edad que dejaran el lugar además de la presencia de los nacimientos ilegítimos asentados en las actas bautismales. Era el Dr. Juan Quinteros quien atendía a las mujeres y elevaba un informe a la Municipalidad describiendo el estado sanitario del local y de las personas allí asentadas.

Varias casas fueron clausuradas en 1916 por disposición del comisario Patricio O’Shea dado su estado de clandestinidad y falta de controles oficiales, lo que hacía suponer que la demanda de la clientela de la colonia y de la zona era medianamente importante. La presencia de la actividad prostibularia en forma clandestina aumentará hacia 1925 en consonancia con el aumento demográfico estable de la localidad, el flujo constante de migrantes y trabajadores golondrinas y el aumento de los espacios temporales de ocio en ciertos sectores, especialmente entre jornaleros y peones solteros o sin familia en el pueblo. Estos factores incrementaron el negocio debido a la fuerte demanda, muy superior a la oferta de este tipo de servicio, en la zona rural, haciendo prosperar el asentamiento de casas ilegales, y resultando ser una actividad rentable.

La mayoría de estas trabajadoras eran argentinas solteras, letradas y cuyas edades promedio no superaba los 35 años. Si bien algunas tenían oficios, generalmente vinculadas al servicio domestico o la costura. El negocio le permitió a muchas de ellas progresar económicamente y regentear su propia casa [1] nucleando al servicio una importante cifra de mujeres.

Como se dijo, durante los años de la prohibición rosarina el número de mujeres procedentes del puerto se hace notorio en la casa de Elena Siat, mientras – a pesar de los desvelos de las autoridades locales-, la actividad clandestina se traslada a casas particulares, madamas y caudillos amparan bajo el rótulo de comercios a bares, restaurantes o lugares bailables donde se manejaba el negocio y las mujeres ofrecían sus servicios a los parroquianos, refugiándose en las viejas dependencias traseras del local.

Casas de antiguos patios y de habitaciones de gruesos muros alrededor de alguna enredadera o glicina, sala para amenizar la espera o la charla de la concurrencia con alguna vitrola desangrando tangos, milongas o algún pasodoble, era el lugar donde la madama vigilaba el negocio. Las sombras de la noche rural fueron testigos mudos de estas vivencias, de seres de los que nadie ya recuerda sus nombres.

Poco se sabe de aquellas muchachas roldanenses. Sólo un nombre en un registro municipal. No sabremos cómo han pasado sus vidas, que motivos las llevaron a la casa de Elena Siat, qué fue de sus hijos si los tuvieron y que ha sucedido con ellas en el tiempo. Qué secretos guardaron y cuáles llegaron a conocer de aquella clientela que solía llegar a ellas. Ningún recuerdo las nombrará, como escribió el maestro Yupanqui serán lo anónimo, pero toda comunidad tiene sus secretos, y a ellas les cayó en suerte pertenecer a ese rincón de la oscuridad del pasado local [2].


* Historiadoras. Instituto de Historia, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales del Rosario, UCA.

[1] Es el caso de Honoria Sandes y de Ángela Rodríguez.
[2] Fuentes: Registro de prostitutas, Municipalidad de Roldán, Varios años. Para ampliar el tema ver FLORIÁN, Alicia y FOGLIATO, Silvana, HISTORIA DE ROLDÁN. Tomo 1, UCA, Roldán, 2016.