Talento joven: la violinista y el percusionista roldanenses que se unieron a la banda municipal
Sasha y Atahualpa, de 17 y 9 años respectivamente, se incorporaron hace pocas semanas al ser invitados por el profe Abel Spitzer. Ya se imaginan la presentación en sociedad y el grupo se permite mirar a largo plazo.
Es un día trascendental para la banda municipal de la ciudad. El grupo de jóvenes músicos ensaya el himno a prueba y error, mientras el profesor Abel Spitzer corrige aquí y allá, sentado en el centro de la escena. Comienzan por la parte final, un instrumento se une cuando otro toca una nota particular, y la voz se anexa en el instante preciso. Suena la guitarra de Agustín, el teclado de Solana, la batería, cuatro violines y la percusión. Y entre ellos, se encuentran los dos nuevos integrantes del grupo, Atahualpa y Sasha.La banda atraviesa actualmente un período de mutación. Está en reformas, podría decir un letrero lindante. Es que el plantel del año pasado sufrió algunas bajas y hay chicos nuevos, lo que hace que el equipo esté en formación y permanente aprendizaje. Saben que usualmente son convocados para tocar en fechas patrias y se hace imprescindible aprender el himno nacional y la Marcha de la Bandera, por lo que son las dos piezas principales de ensayo para estar listos de cara a la próxima convocatoria. Suena “sean eternos los laureles”, también “coronados de gloria vivamos”, hasta que las partes se ensamblan.Sasha tiene 17 años y se sumó hace solo unas semanas al grupo estable. Conocía al profe de las clases particulares de piano y no dudó en aceptar su invitación de incorporarse tocando el violín, o la “viola”, tal como ella lo denomina. Alumna de la escuela 1398 de Funes, vive en el barrio Villa Flores y siempre residió en Roldán. “Con el piano había empezado desde muy chica, pero dejé y volví hace poquito, unos meses”, cuenta a El Roldanense ella, quien comenzó a tocar el violín cuando se unió a la banda que ensaya cada semana en la Casa de la Cultura.“Me sentí muy bien en estos primeros días con el grupo y me gusta lo que hacen los chicos, aunque no los había escuchado antes”, señala Sasha, y al unísono admite que le genera algo de ansiedad tocar por primera vez en público. “Siempre me gustó la música clásica y escucho ritmos variados, así como también música cristiana y adoraciones”, profundiza. De hecho, desde hace un año toca el teclado en las alabanzas de la iglesia. “Voy tomando cosas de lo que escucho para incorporarlas a mis formas”, detalla.Unos metros al costado, Atahualpa habla bajito y pausado, aunque su voz contrasta enseguida con el sonido de su percusión. También forma parte del grupo desde hace poco más de un mes y fue presentado, como todos, con una foto en las redes sociales de la banda. “Hace un tiempo empecé con este instrumento. Me llevo bien con el grupo y me he sentido muy bien en estos primeros días”, asegura, sentado en el medio del equipo mientras a su costado se despliegan sus compañeros con las respectivas herramientas musicales.“Es alumno mío de batería y teclado desde hace un par de años, por eso tomé la decisión de invitarlo. Es chico todavía, pero este último año hizo un click”, relata Abel sobre Atahualpa. Durante las clases particulares previas a la práctica grupal de los miércoles, el joven alumno le pide al profe revisar el ránking de la FM Vida para seleccionar una canción y entrenar. “Antes no se veían los resultados del trabajo que estábamos haciendo con él, pero este año sí”, suma Abel sobre el percusionista de la banda, quien tiene 9 años, vive en el barrio La Posta y asiste a la escuela 1399 de la ciudad.Tanto Sasha como Atahualpa son las últimas incorporaciones de la banda, que ha dado que hablar en años recientes por su continuo crecimiento. Ahora, es momento de volver a sentar las bases. “Este año hubo algunos cambios e incorporamos chicos nuevos. Por un lado nos está perjudicando un poquito, dicho entre comillas, porque nos retrasa, pero seguramente vamos a seguir sumando integrantes”, narra Spitzer. Y si bien aún no hay una fecha estimada, no faltará mucho tiempo para que los chicos de la banda vuelven a exhibir su talento musical en sociedad.Una decisión clave que permite mirar a futuroDe cara a su banda, Abel Spitzer hace referencia a una decisión municipal que, asegura, es relevante. “El intendente (Daniel Escalante) tomó la decisión de pasarme a planta y contratarme de una manera más estable. Eso nos da garantías de continuidad, tanto a la banda como al coro, y permite visualizar un camino de otra manera”, dice, y pronuncia que esto ayuda a la banda mirar a largo plazo, no solo ensayar de cara al futuro inmediato. “Gracias a la decisión de la municipalidad, podemos hacer otro tipo de planteo”, expresa.“Antes no sabíamos si el mes que viene estaríamos o no, pero ahora tenemos la noción de que podemos proyectar a mediano y largo plazo”, pronuncia, al tiempo que argumenta que la decisión de sumar nuevos chicos también está en sintonía. “Ya no pensamos solo en hoy o en esta semana, sino también en fin de año o el año que viene”, esgrime, y concluye: “Por ahí, a corto plazo el resultado no es tan atractivo, pero sí lo será en unos meses”.