Partieron desde Roldán a una aventura sobre ruedas pero debieron ponerla en pausa
Con su motorhome, subieron desde la ciudad hacia Brasil, donde recorrieron un sinfín de playas. Retornaron por una serie de eventos que no cambian el plan original y sueñan con volver a arrancar en septiembre. ¿Qué les pasó?
La aventura comenzó a mediados de enero para los Felices Viajando. Habían soñado con vivir sobre ruedas y diseñaron su propio proyecto, el de construir desde cero su nuevo hogar dentro de un motorhome y subir desde Roldán hacia el continente. Emprendieron viaje hacia Brasil, recorrieron más de 18 estados y un sinfín de playas, hasta que debieron pulsar el botón de pausa en medio de la iniciativa original. Como si alguien hubiese escrito “continuará” al final del capítulo.Aquella idea que se plantearon en familia tuvo diferentes etapas hasta su concreción. Observaron las experiencias de distintos viajeros por internet, compraron un Mercedes Benz de media distancia, lo desmontaron y moldearon a gusto, con un trabajo de hormiga. “Después de un año, logramos construir esto nosotros mismos, en familia y sin ayuda de nadie”, cuenta Matías. “Primero fuimos a Entre Ríos, de donde soy yo. Estacionamos en la casa de mi abuela y aprovechamos para terminar con lo que nos quedaba”, expresa Nadia.Sentados sobre uno de los sillones que da a las ventanas de Sofía, como denominaron a su nueva casa, ambos se disponen a relatar su aventura con El Roldanense. El proyecto inicial contemplaba ir hasta Bahía, en Brasil, luego bajar hasta el norte argentino y volver a subir, hacia Chile, Perú, Ecuador y Colombia. “Recorrimos toda la ruta 101, que es como la 40 nuestra y va por toda la Costanera de Brasil. En el camino nos engolosinamos. Mucha gente nos decía ‘ya que están y si hicieron tantos kilómetros, ¿por qué no van para allá’?”, recuerda Matías.“Tuvimos relación con gente alucinante. Muchas personas nos ayudaron, han compartido lo que hacemos y no nos dejaban ir de los lugares donde estábamos”, relata él. No fueron pocas las veces en que los vecinos brasileños les pedían que se quedaran un rato más, ya que pronto llegaría un familiar que no quería perder la oportunidad de conocerlos. “Siempre dijimos que salimos buscando conocer playas y paisajes, y terminamos conociendo personas. Es tremenda la cantidad de gente buena que conocimos”, profundizan.Hubo lugares como Ilhabela, Búzios o Arraial d’Ajuda en los que se quedaron 15 días, y otros donde la estadía fue más corta. Ella dice que precisamente Ilhabela y Arraial Do Cabo fueron sus destinos predilectos, en tanto que él elige Porto Das Galinhas y Búzios, y argumenta: “Son lugares tropicales de casas bajas y hay mucha actividad de noche, con centrito, negocios y bandas en vivo. Unos paraísos con buena temperatura y mucho turismo internacional”. “Esto es lo mismo que vivir en tu casa, solo que cambias todos los días el patio”, amplía ella.Mientras continuaban con sus trabajos a través del home office y tanto Julián como Santino seguían escolarizados a distancia, una de las opciones que adoptaron para generar ingresos y la moneda brasileña fue vender artesanías. “Eso nos dio una oportunidad bárbara. Al principio, nos pasaba que llevamos un montón de artesanías de acá, pero no nos animábamos a hablar y paseábamos las cosas por delante de la gente”, rememora Matías. No obstante, todo cambió pronto y se animaron a más.Uno de los impedimentos con los que se cruzaron fue la forma de pago que tenían los brasileños. “Pagan con tarjetas o mediante un sistema que se llama Pix y lo tiene todo el mundo; es parecido a Billetera Santa Fe, con QR”, señalan. Encontraron la salida con garrapiñadas de girasol que también hacían en Roldán y daban de probar en el país vecino. Así, engancharon las demás cosas que tenían para vender e incorporaron el sistema de pago. “Interactuamos con los brasileños y aprendimos el idioma -relata Nadia-. Nos fuimos de aquí sin saber nada de portugués”.“Al revés de lo que sucedía antes, hablábamos con todas las personas que estaban en la playa para contarles que éramos argentinos, que viajábamos en un motorhome y que, con las compras que hacían, nos ayudaban a hacer más kilómetros”, detallan, casi a dúo. A través de la moneda local, y para stockearse de productos para la semana, la familia hacía la “atacadista”, una compra mayorista que le permitía ahorrar dinero y salir nuevamente, con las provisiones correspondientes.A medida que Sofía seguía subiendo por la 101, las noticias que llegaban desde Roldán no eran alentadoras. Una serie de señales hizo que se decantaran por un regreso anticipado. “Hay varios factores que hacen que hoy estemos en casa nuevamente. Espero que sea temporal y pronto podamos salir de vuelta. La idea es volver a viajar en septiembre”, narra Matías, antes de detallar lo que sucedió. En tanto, estaban en Tocantins, ya habían renovado la visa de turista en Brasil y la distancia hasta Perú era la misma que desde allí hasta el regreso a casa.“Tuvimos problemas con los inquilinos desde el principio del viaje. No nos pagaban bien y, gracias a los vecinos, supimos que la casa estaba medio abandonada. Había mucha basura. Nuestros perros estaban cada vez más flacos”, precisan ambos. A la vez, se sumó un accidente que hizo que deban cambiar el parabrisas del colectivo, un repuesto que solo consiguen en Argentina sin tener que cambiar una parte de la carrocería. “Los vecinos se ocuparon de los perros, pero para la casa no hay nada mejor que uno. Tampoco sabíamos con qué nos íbamos a encontrar”, dice Nadia.“Entre el accidente y los inquilinos que hicieron un desastre con nuestra casa, junto a que estábamos lejos de Perú y que nos enteramos de que operan a mi vieja del corazón, dijimos ‘¿cuántas señales tiene que haber para que volvamos?’. El destino es inevitable”, admite Matías. En su génesis, el ideal de la travesía soñada era hasta diciembre, por lo que aún hay tiempo de encaminar el rumbo y volver a pulsar play. “Pensamos en solucionar los problemas y ver por dónde seguimos. Eso es lo que viene ahora, hacia dónde salen nuevamente Sofía y los Felices Viajando”, narran.Mientras dan los últimos retoques de la recuperación de su casa, continúan pasando gran parte del día arriba del motorhome, estacionado en un terreno contiguo. El guión original de la historia tendrá un volantazo y habrá otros destinos para visitar. “Haremos algo de Argentina, Uruguay y Chile. A Sofía le vamos a hacer unos retoques de mecánica y estética. Salimos a experimentar algo que nos gustó mucho como familia y lo queremos seguir haciendo”, cuentan al final de la charla, mientras Julián y Santino se asoman por la escalera del cole. El sueño todavía está intacto.
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