La Ciudad

Había hecho fuerte inversión para dar clases y ahora no puede hacer frente ni al alquiler

Dueño de un gimnasio y profe de natación, advierte que son unas diez personas las que dependen de ese negocio cómo único ingreso. “Estamos preocupados porque si seguimos así nos fundimos”, recalcó.

 

El deporte es una de las principales actividades perjudicadas por el aislamiento social obligatorio que se decretó hace un mes en nuestro país. Los días pasan y sus representantes comienzan a pensar en un camino de salida de esta pandemia, aunque la luz del final de este túnel no está cerca.

Matias Golia, es el dueño del gimnasio Power Gym y responsable de la escuela de natación Nadando, en diálogo con El Roldanense, resaltó: “Desde mediados de marzo tenemos el gimnasio y la pileta cerrados, no hay espalda para aguantar una estructura tanto tiempo. No tenemos fecha de reapertura y los gastos fijos apremian: debemos pagar alquiler, profesores, limpieza, entre otras cosas. La situación se volvió insostenible”.

“Entre ambas instituciones nucleamos cerca de 500 deportistas, sin poder asistir a realizar sus actividades. Entre el personal administrativo, limpieza y profesores somos diez que estamos sin ingresos”, sostuvo Golia y añadió: “Lo más preocupantes de todo es la inversión que se hizo en la pileta, ya que acondicionamos las instalaciones para la climatización de la piscina y el ambiente, y ni siquiera pudimos comenzar con las inscripciones”.

“En el gimnasio la situación es similar con el agravante de que debemos enfrentar el alquiler y las tarifas de los servicios utilizados los meses anteriores”, señaló Matias.

“En nuestro caso se nos complica porque como todos tenemos la incertidumbre de no saber hasta cuándo se va a extender. Lógicamente nos genera una incomodidad porque es nuestro trabajo, la única fuente de ingreso y estamos preocupados porque si seguimos así nos fundimos”, manifestó el profesor.

Matias Golia, destacó: “Vamos a pedir un permiso para poder abrir, pero estamos en una disyuntiva, porque tenemos la necesidad económica de abrir, pero a la vez entendemos el problema mundial de la pandemia y también tenemos miedo”.La realidad es dura y el futuro incierto. Cada uno de los profesionales trata de afrontarla como puede, sabiendo que esta pandemia es un caso de fuerza mayor.