Por: Martín Brudny  (*)

Semanas atrás la Municipalidad desarrolló una campaña de fumigación con el objeto de prevenir la propagación del Dengue. Hace ya varios años que esa es la forma elegida por las autoridades locales, contraviniendo las recomendaciones del Ministerio de Salud de la Nación e incluso la OMS, instituciones cuyas indicaciones fueron tan respetadas en el transcurso del último año y medio a raíz de la pandemia de COVID-19.

La problemática de la propagación en los últimos años del Aedes aegypti (el mosquito transmisor del Dengue), responde a múltiples factores, entre los cuales la crisis climática y las limitaciones propias de la idiosincracia de la sociedad moderna son las más importantes. De la primera, las acciones exceden al ámbito municipal, que solo puede hacer un mínimo aporte. Respecto a lo segundo, la responsabilidad de los Estados locales, por su cercanía geográfica y cultural a las poblaciones, es entonces crucial: son quienes pueden, con voluntad real de proteger a la ciudadanía, trabajar en forma permanente y adecuada en la educación y la implementación de estrategias de prevención

“La fumigación le sirve a los políticos para sacarse la foto en campaña, pero funciona como un placebo social que termina siendo contraproducente: además del perjuicio a seres humanos y múltiples insectos y otros animales que son beneficiosos para el ambiente (predadores del mosquito, polinizadores, etcétera), y de no eliminar en forma significativa la población de mosquitos, genera en la sociedad la falsa confianza en que de esa manera está protegida”, nos decía Fabricio Tejerina, biólogo, Director de Control de Vectores de la Municipalidad de Posadas en una charla que tuvimos a través de Instagram Live sobre este tema y que puede verse entrando en mi cuenta @martinbrudny.

“No sirven las campañas, sino que hay que generar un buen diagnóstico y programas de prevención articulados entre los tres niveles del Estado, con equipos formados y que trabajen todo el año. Fundamentalmente educando en lo que respecta a los hábitos para evitar la reproducción de este mosquito doméstico, pero también trabajando en la disposición de residuos que pudieran funcionar como reservorios, y en los aspectos antropológicos y sociológicos que determinan las conductas”, ampliaba Tejerina en la misma charla, donde además de la desazón por la desidia e incompetencia de las autoridades locales, nos dejaba algunas pistas para comenzar a pensar de qué modo transformar las políticas públicas en un sentido de progreso y de cuidado de la comunidad.

(*) Candidato a concejal por el Frente Amplio Progresista