La Ciudad

“Fueron 15 años de trabajo, y en cinco minutos se perdió todo”

Carlos, dueño de la casa que se incendió el sábado por la noche, cuenta cómo vivió estas horas junto a su familia y expresa su gratitud por la solidaridad recibida. El relato, en primera persona.

Carlos está parado en la puerta de lo que fue su hogar. Hace un vistazo rápido de la escena que quedó tras el feroz incendio del sábado por la noche y se predispone a contar qué sucedió. Habla bajo, sin necesidad de levantar la voz, pero convencido de que su familia podrá ponerse de pie nuevamente. Y por momentos, hasta se permite un mínimo chascarrillo para no perder el sentido del humor. Casi como un mecanismo de defensa ante lo sucedido.“Cuando llegué, volteé la puerta de la casa y había fuego todo adentro. No hubo nada para rescatar”, cuenta en diálogo con El Roldanense. Afortunadamente, él, su pareja Yesica y su hija de 11 años no estaban en casa cuando se originaron las llamas. El primero en llegar fue un familiar que vive en la casa contigua y percibió olor a cable quemado. “Había mucho humo y pusimos la manguera que estaba conectada a un costado. Los vecinos colaboraron con algunos baldazos de agua”, expresa.Un caloventor que había quedado enchufado originó el cortocircuito. El parlante sobre el que estaba colocado ese electrodoméstico se derritió y el fuego se propagó con fuerza por el ropero, la cama y el televisor. Carlos repasa lo acaecido y se muestra aliviado porque el fuego no pasó hacia la casa de adelante, cuyo frente da a la calle Libertad. “Estuvimos tres o cuatro horas para apagar las llamas, no sé si más. Había mucho humo adentro, por eso tumbaron una parte de la pared para ventilar y que salga”, recuerda.Unos metros más atrás, la familia destaca el rápido accionar de los bomberos. Y respiran con fuerza al evocar que lograron sacar a tiempo las dos garrafas, cuando el fuego crecía. “Avisé y les dije que estaban cerradas. Había que cortar las mangueras y sacarlas”, dice Carlos. En ese momento, colaboró con el accionar de los operarios para que ambas garrafas pudieran ser retiradas hacia el patio. “Perdimos todo. Incluso, de lo que quedó, una pared ya no sirve y hay que tirarla”, se lamenta, mientras observa la estructura. “Se puede decir que se salvan la heladera y la cocina, porque por fuera parecen enteras, pero por dentro están todas derretidas. El mismo calor afectó todo. No tienen más arreglo”, señala. “Mucha ropa que tenía a un costado quedó hecha cenizas”, narra, al tiempo que se descarga y vuelve a pensar en que, por suerte, ninguno de ellos estaba en la casa cuando se desató el incidente.Ahora mismo, los tres están parando en la casa de la madre de Yesica, mientras intentan poner primera nuevamente y concretar la construcción de la casa propia, a unos 50 metros del lugar en el que vivían hace tres años. “Estamos construyendo en la esquina, solo me falta el techo, la chapa y hacer la caída. Esperemos poder hacerlo lo más rápido posible para instalarnos allá”, expresa Carlos, quien es oriundo de Villa Minetti, al norte de la provincia, y vive en Roldán desde el 2009.A pocas horas del incendio, la solidaridad se hizo sentir con la familia. Es ese el factor que más destaca el damnificado en la charla. “Gracias a Dios, nos han donado muchas cosas. La gente es muy solidaria. Muchas personas se acercaron para ver si necesitamos cosas materiales, y un albañil se ofreció a levantar nuevamente la casa”, enfatiza. “Nos han donado colchones, una cama, y seguimos necesitando ropa, artículos de cocina y algún mueblecito, para poner lo que tenemos y lo que llega”, cuenta.“La gente nos está ayudando de a poco, y quienes donan me dijeron que van a  traer unas chapas”, detalla. En la mañana del lunes, responsables del área de Desarrollo Social estuvieron en el lugar. “Le dimos una lista de lo que necesitamos. Junto al intendente, van a ver cómo pueden darnos una mano”, precisa. También los visitó un albañil que Carlos reconoce como enviado por la municipalidad, para ver cómo colaborar. “Me dijeron ‘quedate tranquilo que, a más tardar, en dos o tres días tenes todas las cosas acá’”.Mientras espera por las chapas que podrían llegar como una donación para cerrar la casa de la esquina, Carlos regresa en el tiempo. “Durante estos años, fue toda una lucha lo que hice para construir en el poco tiempo que tenía. Con esfuerzo, había comprado y guardado en el ropero toda la grifería necesaria para el baño en la casa nueva, y de eso no quedó nada”, esgrime. “Uno puede decir ‘son cosas materiales’, pero a la vez se trata de 10, 15 años de trabajo. En cinco minutos se perdió todo”.

 

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