La Ciudad

La pyme de Roldán que en plena pandemia se reinventó con un fin solidario

#HistoriasEnPandemia El cierre de su planta fabril durante la cuarentena la motivó a buscar nuevos campos en donde poder desempeñarse, con el plus de generar valor agregado en la sociedad.

El comienzo de la pandemia obligó a muchos actores a redirigir sus negocios para hacer frente a las crecientes restricciones en materia de actividad, las cuales dejaron en la cuerda floja a diversos sectores laborales.  Sin embargo, a la hora de reconvertirse no siempre apremian cuestiones económicas, sino también otras motivaciones ligadas al rol social que deben cumplir las empresas en tiempo de crisis.

De esto mismo se trata la «responsabilidad social empresaria» (RSE), un concepto que define la contribución que las mismas hacen parar mejorar la sociedad en donde operan y que supo reflejar a la perfección la firma roldanense JMG, ubicada en la Ruta A12 Km 475 y dedicada a la fabricación y comercialización de diluyentes y removedores para pintura.

Al igual que otras industrias, atravesó tiempos muy difíciles al comienzo de la cuarentena por la imposibilidad de fabricar sus habituales segmentos, lo que llevó a una consiguiente caída en las ventas. Sin embargo, esta situación la inspiró a buscar una salida redituable que a su vez sirviera para ayudar a la sociedad. La solución vino de una alianza con otras dos firmas de la zona: Rosario Bionergy (productora de biocombustibles) y Gráfica Fantini, para comenzar con la fabricación y venta de alcohol sanitizante.

«Nació como una iniciativa solidaria para aportar desde nuestras instalaciones, que en ese momento estaban frenadas y solo se permitía su apertura para la elaboración de insumos de primera necesidad como el alcohol. Así que nos lanzamos a fabricarlo en un momento donde había comenzado a escasear y con el objetivo de realizar una donación a la provincia de Santa Fe», señaló a El Roldanense Román Guajardo, al frente de JMG, quien destacó que todos en la planta tomaron esta prueba como un desafío a sus capacidades.

La sinergia que lograron permitió que el proyecto despegara con fuerza. Tanto Rosario Bioenergy como JMG pusieron a disposición sus instalaciones y estructura de planta para el proceso de diluido del alcohol y envasado y, por último, Fantini se encargó de toda la parte de etiquetado. Guajardo indicó que antes de entrar en crisis, la empresa Vicentín también se sumó a participar con la donación de este insumo que terminaba de prepararse en Roldán.

En total, llegaron a donar más de 200 mil litros al Gobierno provincial y este a su vez lo hizo llegar a distintas reparticiones como: los Ministerios de Seguridad, Salud, Educación y Desarrollo Social, a distintos efectores públicos y a la Empresa de Energía (EPE), entre otros espacios. Incluso una parte también fue cedida al municipio de Roldán.

Por fuera de este proyecto el industrial contó que también notaron una fuerte demanda desde el sector privado y decidieron abarcar este nicho por su cuenta: «Nos lanzamos a abastecerlo desde nuestra propia empresa, liderando una nueva estrategia comercial ya que no había fabricantes de este insumo en la zona, así que tuvimos que tramitar todos los permisos y habilitaciones para fabricarlo y poder venderlo».

Hoy en día, la empresa continúa produciendo alcohol sanitizante y, según Guajardo, es un segmento más en su unidad de negocios, en el cual apuestan a seguir invirtiendo y perfeccionándose. Aunque este no es el único sector en el que incursionaron, ya que durante la pandemia también se lanzaron a fabricar growlers de plástico para envasar la cerveza artesanal que los comercios vendían a través del delivery. Este último proceso, Guajardo lo llevó adelante con su otra empresa de capitales locales, Diplast SA.

«Nos contactamos con la Cámara de Cerveceros Artesanales y ahí nos comentaron la necesidad que tenían muchos negocios que habían comenzado a trabajar con delivery, de conseguir envases de plástico descartables para transportar la bebida a domicilio. Nosotros teníamos una matriz en formato prototipo e hicimos el intento de ponerla en funcionamiento para atender esa demanda y salió bien», señaló Román y agregó que hoy en día producen este nuevo envase a escala industrial y a razón de 40 mil unidades mensuales.

Para el empresario, sin dudas el camino recorrido fue intenso, pero les dio la seguridad de saber que pudieron enfrentarse rápidamente a un contexto adverso del cual, vale la pena destacar, salieron favorecidos. En este sentido, Guajardo consideró que las consecuencias derivadas de esta crisis son profundas y quedarán resabios durante bastante tiempo, pero que todavía ve una luz al final del túnel: «Creo que es importante la capacidad de reconversión y sortear los obstáculos que se van presentando, los cuales esta vez logramos cumplir».