La Ciudad

El Club de la Estanciera quiere tener su cita en Roldán

La idea es que lleguen autos y fanáticos de todo el país, una vez que termine la pandemia.

Las pasiones no conocen de límites ni de distancias. El amor por los fierros trasciende edades y generaciones, y en Roldán la familia Simonutti, empieza a organizar el primer encuentro de Estancieras y autos antiguos, una vez que pase la pandemia.

Gerardo Simonutti en diálogo con El Roldanense contó: ‘‘Nosotros estamos en el Club de Estanciera y Vaquianos de Punilla, donde compartimos con amigos de todo el país este tipo de hobby y nos hemos encontrado en diferentes puntos del país. Cuando pase la pandemia, y partir del amor por estas maquinas, queremos armar un encuentro de autos antiguos en nuestra ciudad. Ya tenemos planificado dónde pueden hospedarse aquellos que vengan y cómo hacer esta muestra de autos antiguos para el público en general. Somos una gran red a nivel nacional enamorados por estas chatas’’.

‘‘Las enseñanzas de la infancia por parte de mi padre generó una forma de vida y él nos transmitió el amor por los fierros, más precisamente por las Estancieras, y hoy en día sigue de generación en generación por que mi hijo tiene la suya y la cuida como si fuera lo más preciado que tiene’’, contó el roldanense.

‘‘Somos una familia apasionada por las chatas Estancieras, a comparación de mi hermano Miguel Simonutti, mi primera chata que ahora la tiene mi hijo Lean la adquirí en el año 2005. La veía en San Jerónimo Sud, estaba en un baldío en la casa de un cuñado con las ruedas hasta la mitad enterrada en la tierra, abandonada, pero me gustó igual  y la compre’’, recordó.

‘‘A partir de ahí empezó la limpieza y el armado acá en mi casa donde se le hizo pintura. En diciembre del 2005 terminamos de brindar para Navidad y nos fuimos a pintar el techo y la franja blanca para irnos de vacaciones familiares’’, rememoró y agregó: ‘‘Las primeras vacaciones tenían como destino La Falda, Córdoba, y ahí nos encontramos a Los Benítez, una familia apasionada por este tipo de fierros y son los que tienen el taller del abuelo en Villa Giardino, en donde mi hermano restauró la suya’’.

‘‘Cuando mi hijo cumplió 21 años junto a mi señora decidimos regalarse a él, con la única condición de que no la venda nunca y él le empezó a personalizar y hacerla a su gusto. Entonces nosotros nos quedamos con las ganas de tener la nuestra, y empezamos a buscar por muchos lugares y finalmente en Rosario encontramos una con el motor desarmado, la trajimos y le pusimos de nombre Marilu’’, recordó.

‘‘Le compramos un motor Ford y luego la hicimos pintar acá en Roldán por un especialista. Lo último que le colocamos fue el equipo de gas para poder andar un poco más holgado con el tema del dinero’’, explicó Simonutti.