Hasta siempre, Diego
Se fue un superhéroe, un hombre que vivirá por siempre en el corazón del pueblo argentino. Porque un pueblo no olvida a quien lo hizo feliz.
Por: Nicolás Galliari
Siempre tuve una enorme nostalgia por sus momentos de gloria, por los tiempos en los que estaba en plenitud. Pensaba y por dentro decía “qué lindo debe haber sido vivir eso en tiempo real, en directo”, mientras la magia ocurría. La sensación me invadía mientras lo seguía observando y me transportaba a los días en que hizo felices a millones de argentinos. Y hoy se lo despide como al gran superhéroe, porque un pueblo no olvida a quien lo hizo feliz.
Aproveché la cuarentena para observar cerca de 30 partidos suyos por internet. Prendía la computadora y cada día me deleitaba con sus maravillas, con su sempiterna hidalguía y liderazgo en el Mundial de México, el exordio de su inolvidable historia en Nápoles, los días en que intentó una nueva epopeya en Italia ‘90. Imagino aún lo que fue el sur italiano a fines de la década de los ochenta, el estallido argentino con la consecución de la Copa del Mundo. Porque el torneo del ‘86 fue suyo, la incidencia más grande que ha habido de un jugador sobre un equipo en la historia.
No quería que los días siguieran pasando mientras su salud se deterioraba y, cuando me enteré por el fixture que Gimnasia, su último club, debía visitar Rosario, me dije a mí mismo que sí o sí debería estar allí. Y perdonen la constante autorreferencialidad, pero es la única manera a estas horas de expresar un sentimiento. Sentí a Diego a 20 metros de distancia, mientras daba una vuelta olímpica simbólica y saludaba a un estadio que atronaba por el gran ídolo.
La noticia impacta y su legado será eterno. Maradona vivirá por siempre en el corazón del pueblo argentino, no solo del fútbol. Porque hizo felices a muchos que esperaban sus hazañas detrás de una pantalla, que lo convirtieron en héroe por lo que él les transmitía. A fin de cuentas, ¿quiénes somos nosotros para juzgarlo? De sus 60 años, él vivió 45 acosado por las cámaras, y nadie está preparado para eso. Ahora sí, el honor será eterno. Que descanses en paz, Diego.