A 41 años de Malvinas: tres ex combatientes mantienen viva la memoria
Eduardo Armúa, Hever Torres y Pablo Fernández cuentan qué significa esta fecha, los recuerdos y sentimientos que afloran y la necesidad de construir un legado. “Tenemos que seguir malvinizando aquí, allá, en todos lados”.
Por: Nicolás Galliari
Cada 2 de abril y la semana previa, los recuerdos se profundizan en los pensamientos de ex combatientes. Son días que los hacen mirar en retrospectiva y regresar a las Islas Malvinas, como sucede con las fechas exactas que tiene el poder de florecer los sentimientos. Allí están Eduardo Armúa, Hever Torres y Pablo Fernández, ex combatientes que residen en Roldán, frente al monumento en su honor que el pasado año se inauguró en la plaza San Martín. Hablan con el cuerpo erguido, el pecho inflado de orgullo.
“Estamos llenos de recuerdos, uno vuelve para atrás y se acuerda de compañeros caídos, de la vuelta al país. Cuando llegamos, fue muy triste”, recuerda Torres en diálogo con El Roldanense. “He escuchado relatos de compañeros que decían que les habían cerrado las ventanas de los colectivos, para que no se los viera. He sentido vergüenza por haber perdido la guerra”, dice, aunque enseguida piensa en seguir construyendo un legado, en continuar “malvinizando” a las nuevas generaciones.
A su lado, Armúa asegura que en estas fechas siempre rememora lo que sucedió y vivió en ese momento. “Tenemos muchos recuerdos de la guerra, pero siempre tratamos de mirar para adelante y seguir el camino sin olvidarnos de nuestros compañeros y amigos que quedaron en el camino”, narra. “Buscamos trabajar por la sociedad en recompensa de lo que el pueblo nos dio. Siempre recalcamos que quizá las autoridades nos negaron, pero el pueblo nos apoyó y nos tuvo en cuenta”, describe.
Fernández recuerda la alegría inocente de los jóvenes soldados al llegar a las islas, aunque también el dolor y la tristeza que inundaron las trincheras cuando empezó la guerra. “Cayeron compañeros con las primeras bombas. Tengo 60 años y aún conservo mis sentimientos y la memoria por los soldados que quedaron allá. Y cada 1 o 2 de abril, eso se profundiza”, expresa con un grado de desazón. “Llevamos muchos recuerdos con nosotros por todo lo que pasamos”, explicó junto a sus laderos y amigos.
A Hever se le dibuja una sonrisa cuando observa la cantidad de chicos que asistieron a ver la película “Un encuentro con Malvinas” en la Casa de la Cultura, o cuando ve al niño que asiste a la primaria en la escuela fiscal y bordó a las islas en su guardapolvo. “Tenemos que seguir malvinizando aquí, allá, en las escuelas y en todos lados, para que se sepa nuestra historia y quede grabada en nuestros hijos y nietos -señala-. Malvinas es una causa, un sentimiento, y va a ser siempre así. Pasará el tiempo, nosotros ya no estaremos, pero vamos a dejar la semillita puesta para quienes vienen detrás nuestro”.
Eduardo recuerda los días en que acudía a las marchas organizadas frente al Monumento a la Bandera y veía a los veteranos desfilar. Se moría de ganas de estar junto a ellos, pero al mismo tiempo sentía que ya había cumplido con su trabajo. “Nunca tuve el peso de contarle a alguien que yo había estado allí, de que había participado en la guerra. Muchas veces comenté que estuve en la Marina, pero nadie me preguntó en qué tiempo”, aseveró. A partir de una necesidad económica y la escasez de trabajo, accedió a las pensiones para combatientes.
“Fue allí que necesitamos el apoyo del gobierno, cuando nos empezaron a dar las pensiones. Tuvimos que volcarnos a ese beneficio, pero hasta ese momento yo sentía que a mí no se me debía nada”, cuenta Armúa. “Hubo necesidades y me uní a los veteranos, algo de lo que no me arrepiento para nada. Se hacen muchas cosas y siempre tratamos de sumar. Venimos buscando tranquilidad más que nada”, pronuncia él, quien era personal de cuadro y se mantuvo en la fuerza hasta dos años después de la guerra.
Fernández se posiciona nuevamente en los días posteriores al conflicto bélico y recuerda las dificultades que atravesaron los soldados. “No fuimos reconocidos cuando llegamos de las islas. En los primeros años, si eras combatiente o malvinense, te cerraban las puertas y no te daban trabajo. Te sentías totalmente destruido”, detalla. “Te tocaba no decir que habías estado en la guerra. Siempre tocaba negarlo, porque sino eras alguien deprimido, una persona que estaba loca. Las cosas eran muy difíciles de aceptar”.
No obstante, celebra que el paso del tiempo hizo cambiar la percepción. “Se nos reconoció, así como se trató la historia de Malvinas. La sociedad argentina siempre nos apoyó en todo”, espeta y agradece. “A 41 años, hay mucho sentimiento en torno a Malvinas. Hoy en día, estamos representando la historia. Las clases ‘63, ‘62 y ‘61, que estuvimos en todas las batallas, éramos todos unos pibes”, explica.
Aún cuando no son oriundos de la ciudad, celebran y muestran su gratitud por haber sido respetados como ciudadanos del pueblo y ex combatientes. Así lo demuestran Eduardo, nacido en Tucumán y criado en Rosario, y Hever, quien llegó desde Marcos Juárez y hoy forma parte nuevamente de su regimiento, el de Infantería 25 de Sarmiento, Chubut. “Estoy agradecido totalmente a todo el pueblo y la gente hermosa que tenemos. Acá estoy, acá me quedo y acá me muero”, enfatiza.
Los tres aseguran que cada día que pasan por la plaza y ven el monumento que los homenajea se sienten sumamente orgullosos. “Continuar con el legado es seguir, es mantener vivo el recuerdo, algo muy importante. Esto no se termina hasta que tengamos de vuelta a la celeste y blanca flameando en la isla. Volveremos, volveremos, y lo haremos de una forma u otra”, se esperanza Hever Torres. Sus compañeros y amigos lo acompañan en el sentimiento, antes de posar para la foto con las islas de fondo.
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