La Ciudad

Día del Maestro: “Todo fue lindo para mí, trabajar con los chicos fue algo maravilloso”

Adriana Godoy dejó huella en la educación roldanense por su trabajo incansable de casi cuatro décadas en las aulas de tres escuelas. “Ser docente significa dar todo por los alumnos para que estén contentos”.

Adriana Godoy habla de la docencia con pasión, como si hubiese un hilo invisible que aún la conecta con la profesión. Se jubiló hace cinco años, aunque las casi cuatro décadas que atravesó en las aulas se le grabaron como una huella indeleble. Fueron 37 años de trabajo en tres escuelas diferentes, la Fiscal, Juan XXIII y Pedro Durst, cuando su labor como maestra de grado era de tiempo completo. Su vocación todavía sigue presente y la acompaña, fiel reflejo de las generaciones que se formaron bajo su enseñanza.

«Todo fue lindo para mí. Lógicamente, hubo momentos difíciles, pero trabajar con los chicos es maravilloso”, recordó Adriana en diálogo con El Roldanense. “Fue mucho trabajo, pero a mí siempre me gustó, y actualmente sigo enseñando a mis nietos”, contó. Suele cruzarse con viejos alumnos, algunos de los cuales son padres o abuelos, y se enorgullece cuando la saludan por la calle. “Se acuerdan de mí. Hay ocasiones en que me dicen ‘uh señorita, usted fue mi maestra’. Muchos te gritan o dicen algo, es lindo”, narró.

Como maestra, daba todas las materias de primero a séptimo grado. Si bien generalmente se ocupaba de Matemáticas y Lengua, también enseñaba otras áreas como las Ciencias Sociales o Naturales, y Catequesis. Tantos años de trabajo hicieron que el momento de decir adiós pesara demasiado. “Extrañe la escuela. Trabajaba todo el día, estaba todo el tiempo allí, desde las 7 hasta las 18 horas. A veces me daba un tiempito para venir un rato a casa, pero en muchas ocasiones pasaba de una escuela a la otra”, rememoró.

Su vasta trayectoria hizo que viviera un sinfín de experiencias con sus alumnos, tanto dentro como fuera del salón. Incluso, junto a sus compañeras, con quien sigue manteniendo relación. «Hemos hecho viajes de estudio. Siempre recordamos anécdotas de cuando llevábamos a los alumnos en subte en Buenos Aires”, introdujo. “Todo tenía que ser rápido y entrábamos en desesperación para que todos se subieran, bajen y nadie se quede. Era una aventura tanto para ellos como para nosotras», expresó con una sonrisa.

Dio clases de particular dos años y decidió poner punto final, sin embargo nunca dejó de sentirse docente. “Significa dar todo por los chicos. Se pelea para que ellos estén bien y contentos cuando llegan al aula. Cada uno tiene un problema diferente y tratamos de sacarlos de allí, para que logren estar cómodos”, describió. “Siempre debiera ser así, hacer que los chicos se interesen en los conocimientos, contenerlos, distraerlos, darles cariño y el apoyo que por ahí no tienen en la casa”, dijo, y señaló: “Me emociona recordar aquellos años. Sobre todo, ser docente».

 

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