El único límite es la pasión: Benja tiene autismo y encontró en el patín tranquilidad y motivación
Es el único varón que practica patín artístico en el club Club San Lorenzo de Roldán. “Benja patinaba desde la panza”, contó su mamá en una historia que insipira.
Benjamín Almada tiene 10 años y una historia que emociona. Es el único varón que practica patín artístico en el club Club San Lorenzo de Roldán, y fue diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Tras pasar por varios deportes, encontró en el patín aquello que tanto buscaba: un lugar donde sentirse cómodo, motivado y en calma.
El vínculo con el patín viene desde muy temprano. Su mamá patina desde los 6 años y continúa haciéndolo en la actualidad. “Benja patinaba desde la panza”, contó su mamá en conversación con El Roldanense. Fue ella quien lo acompañó en su primer festival, compartiendo pista y experiencia. Hoy, ese recorrido dio un paso más: Benjamín se anima a patinar solo e incluso tuvo su propia presentación como solista.
Al principio, sus papás tenían dudas. Las luces, la música fuerte y el movimiento del festival generaban preocupación por cómo podía reaccionar Benjamín. Sin embargo, según relata su mamá, “rompió barrera”: logró abstraerse, bloquear los estímulos externos y concentrarse plenamente en lo que estaba haciendo.
En diálogo con El Roldanense, Benjamín explicó con palabras simples lo que siente cuando patina: tranquilidad. Dijo que se siente motivado, cómodo con sus compañeras y muy a gusto con su profesora, en un ambiente donde se siente contenido y respetado.
El acompañamiento familiar es clave en este camino. Benjamín patina junto a su hermana menor. Su abuela, sus papás y el entorno cercano están siempre presentes, alentándolo en cada ensayo y cada presentación.
Al pensar en su lugar dentro del club, Benjamín se emociona al saberse el único nene que patina en Roldán. Lejos de verlo como una rareza, lo vive con orgullo y se imagina como un ejemplo para otros chicos que quizás también quieran animarse al patín.
Su historia demuestra que, cuando hay apoyo, comprensión y espacios inclusivos, el deporte puede convertirse en una herramienta poderosa para el desarrollo personal, la confianza y la felicidad.