La Ciudad

Familia local adoptó a cuatro hermanitos: “Nos cambió la vida para siempre”

Ariel y María Inés lograron su techo propio en la ciudad y ahora lo llenaron de amor. Una casa “llena de juguetes, de chicos riéndose, dibujos y juegos”.

Foto: La Capital

Una pareja con domicilio en la ciudad adoptó a cuatro hermanitos y transita por estas horas una cotidianeidad por completo renovada una casa que “solía estar vacía” y ahora “hasta el perro está feliz: no para de mover la cola”.

“El jueves pasamos la noche todos juntos y ya nos cambió la vida para siempre”, contaron Ariel y María Inés en diálogo con el diario La Capital tras haber recibido la guarda preadoptiva de los niños, oriundos de Villa Constitución.

Tal como describe el medio rosarino, tras años de búsqueda de un hijo biológico, la pareja se anotó hace un año y medio en el registro provincial para personas interesadas en adoptar. Cuando manifestaron su visto bueno para recibir más de un chico y que no fuera recién nacido, no tardó en llegar una emocionante noticia.

Es que un buen día apareció una llamada telefónica con el ofrecimiento de «dos hermanos» desde Villa Constitución, separados de su familia biológica por un cuadro de aguda violencia. Después supieron que en realidad eran cuatro chicos que no querían separarse: Ariel y María Inés no dudaron “ni un instante”.

Hubo varias reuniones en el Tribunal y en la casa de los flamantes padres. Hasta que finalmente el juez Davin formalizó la guarda preadoptiva por seis meses de Daniel (9 años), Milagros (7 años), Benjamín (5 años) y Alexis (16 meses).

Ariel tiene 40 años y es mecánico. María Inés está por llegar a los 50 y es ama de casa. Hace un tiempo y tras mucho esfuerzo lograron su techo propio en la ciudad. Ahora lo llenaron de todo el amor que se pueda imaginar.

El jueves de la semana pasada la familia pasó su primera noche todos juntos. «Y ya nos cambió la vida, para siempre. Estamos enloquecidos, es increíble lo que nos está pasando a todos», describió Ariel. «Antes yo llegaba de trabajar y notaba que la casa estaba vacía. Ahora está llena de juguetes, de chicos riéndose, dibujos y juegos. Entro a casa y me dicen papi, no lo puedo creer», agregó.