La roldanense que la rompe abajo del aro y se prepara para una carrera en la NBA
Tiene 18 años y es parte de la selección argentina de básquet. El año pasado cursó el último año de secundaria en Buenos Aires porque jugó en uno de los principales equipos de esa ciudad.
Quienes la pudieron ver jugar dicen que es la Manu Ginóbili versión femenina aunque ella cuando se le pregunta por esa comparación sólo enuncia un tímido “ojalá”. Lo cierto es que María Victoria Fux, roldanense por adopción, la rompe abajo del aro: empezó a jugar al básquet cuando tenía seis años y hoy, con 18, ya se prepara para las encarar su carrera en grandes ligas.
Sus inicios fueron en el club Provincial de Rosario a los seis años y se dieron casi por mandato familiar: su mamá jugó en la selección y su papá es muy fanático del deporte y ambos empujaron para ella haga sus primeros pasos. Sin embargo, al poco tiempo le picó el bichito en serio: “Al principio no me gustaba mucho y después me enamoré, y por eso hoy es a lo que le dedico más tiempo en mi vida”, contó en diálogo con El Roldanense.
“Cuando me empezaron a llamar a las selecciones, sentía que todo lo que hacía se me retribuía, ahí me hizo el click. También me gustó mucho compartir esas experiencias con otras chicas”, describió la joven deportista.
Cuando tenía 14 años la llamaron por primera vez a la pre selección argentina. Eso fue en el año 2014 y ahí concurrió a su primer Campeonato Sudamericano siendo un año más chica que el resto. “Ahí empecé a entrenar mucho porque me puse el objetivo de querer representar al país, es una de las cosas que más gusta”, acentúa.
En ese momento estaba jugando en el club Ben Hur, colores que defendió desde los 10 hasta los 15 años. Luego, en 2016 tuvo la posibilidad de viajar a Estados Unidos y estar medio año jugando en un secundario del país más importante del mundo en lo que respecta a esa disciplina. Esa experiencia sentó las bases de lo que viene en su futuro más cercano.
Al regreso de su paso por el exterior, en 2017, jugó en Atalaya de Rosario con el cual tuvo la posibilidad de salir subcampeona de la Liga Nacional. Después, el año pasado ya lo jugó entero en Obras, en Buenos Aires.
“Este año me tengo que concentrar mucho en el entrenamiento físico y técnico para concentrarme en el mundial que se juega en Tailandia, y estoy peleando un lugar en la selección”, advierte sobre su próximo paso. Ahora bien, en agosto próximo su destino empezará a escribirse en otro idioma: “Si se me da posibilidad, me voy a ir. En septiembre empiezan las clases y me gustaría arrancar directamente la Universidad allá”, contó.
Es que tras su paso en 2016 le quedaron contactos y está la chance muy latente. “Tengo un par de opciones”, dice para no adelantar mucho. Sabe que lo que viene no es fácil porque tiene que estudiar –está pensando en elegir Medicina- y al mismo tiempo rendir adentro de la cancha: “Me gusta esa doble exigencia”, asevera con confianza la jugadora ala pivot que va a dar que hablar.