La Ciudad

Satélite roldanense: los chicos ya recibieron los materiales y arranca la construcción

El equipo de la Escuela 643 que diseñó el proyecto muestra su felicidad por haber sido seleccionado por la CONAE y detalla qué sigue a continuación.

Las horas previas a la definición fueron de incertidumbre para el equipo de la Escuela 643 que diseñó un proyecto de satélite denominado “Misión Humedales”. El concurso organizado por la Comisión de Actividades Espaciales (CONAE), en el que se inscribieron 900 escuelas y 500 de ellas presentaron su iniciativa, había publicado en su web que ya estaban decididos los nombres que pasarían a la siguiente etapa. Pero hubo que esperar más de un día para conocer la determinación y celebrar.

Ahora, con el kit recién llegado a la escuela, el docente y coordinador del proyecto Marcelo Aimetta, junto a los cinco alumnos de 3°, 4° y 5° año se predisponen a contar a El Roldanense esas sensaciones y qué sigue a continuación. “Ya tenemos parte de la electrónica y el satélite, así que ahora tenemos que empezar la serie de pruebas de programación, funcionamiento y transmisión”, cuenta el profe, mientras las piezas necesarias para comenzar a trabajar descansan dentro de una caja sobre la mesa.

El edificio nuevo del taller de la escuela respira silencio. Es la tarde del viernes y las clases ya terminaron por esta semana, sin embargo ellos acceden a describir su trabajo. “Cuando nos enteramos que habíamos sido seleccionados y recibimos la noticia, fue una alegría enorme. No lo esperábamos, estábamos un poquito resignados, pero llegó y hasta ahora vamos cumpliendo con todas las etapas”, expresa Marcelo. “Viene el período de construcción, con entregas parciales que nos van pidiendo”, añade.

Aimetta destaca que, “personalmente, fue importantísimo” que el proyecto haya sido seleccionado. “Me dio mucha alegría por el equipo, ellos han trabajado mucho. Arrancamos en un lugar desde el que no sabíamos casi nada sobre el tema, y pasamos a manejar otro vocabulario y cierto conocimiento”, destaca.  “Falta bastante, pero que nos elijan es un empujón. Nos da confianza y la posibilidad de trabajar un poco más tranquilos”, analiza, y lo asume como un desafío: “También, que tengamos la electrónica y un tiempo acotado para trabajar representa una presión”.

Hay una agenda definida y los meses de agosto y septiembre completos para trabajar en el prototipo, con capacitaciones virtuales en el medio. “Luego, habrá un campus online en el que participaremos como equipo. La parte que viene es mucho más técnica, de consultas, un período puramente de armado”, responde el profesor, antes de pasar el micrófono a los chicos que, uno a uno, especifican su tarea en el armado. Ellos son Agustín Monteodorisio, Guido Reist, Santiago Giacolla, Santiago Bruditti y Leopoldo Zecca.

“Nuestro proyecto repite todos los pasos de lanzamiento de un satélite de mayor escala. Se lanza en un cohete y va emitiendo los datos”, cuentan, y aseguran que no podrían lanzarlo de esa manera en las islas porque no sabrían si cae donde hay fuego. “Estos días charlamos sobre la idea de colocarlo sobre un drone para manejar su vuelo, poder regresarlo y así usarlo varias veces”, esgrimen. En el proceso, fueron esponjas que absorbieron cada concepto, y tienen ganas de ir por más.

La agenda precisa los sistemas y subsistemas del satélite. O lo que es lo mismo, el detalle de la labor que vendrá. “Tendremos que revisar las tareas punto por punto. Cada uno está encargado de una parte. Todos tenemos acceso a ese programa virtual y allí señalamos cómo avanzamos en cada intervención”, expresan. Las actividades realizadas finalizan con una prueba física, para ver si se avanza de acuerdo a lo planeado. “Se trata de un trabajo minucioso el que hay que hacer y tiene que funcionar”, cuenta Marcelo, al lado de sus laderos. Un equipo con ganas de seguir haciendo historia.

 

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