La Región

Pequeño meteorólogo: el niño que montó una estación en el techo de su casa y sueña con convertirse en cazatormentas

Apasionado por los fenómenos climáticos, Franco Meyer tiene 10 años y vive en Correa, a minutos de Roldán. En poco tiempo sorprendió a toda la región por sus conocimientos.

Estaba parado en el patio de la casa de su abuela cuando miró al cielo y quedó hipnotizado. Dos tormentas se unían formando un remolino de tierra, lo que llamó rápidamente la atención del joven Franco Meyer. Aquel momento marcó el origen de su afición por la meteorología, un fenómeno que pronto se transformó en pasión. Con apenas 10 años y la ayuda de su familia, el pequeño montó una estación con antena en el techo de su casa en Correa y utiliza diferentes elementos que le permiten seguir el devenir del clima a cada instante.

Desde aquel día, comenzó a adentrarse en el mundo de los radares y los pronósticos, así como se interesó cada vez más por seguir los fenómenos meteorológicos que tienen lugar en el mundo. Armó una estación casera y, como obsequio de cumpleaños, sus padres le regalaron una profesional con pluviómetro, termómetro, anemómetro y veleta. Así puede medir la lluvia, temperatura, humedad, velocidad y dirección del viento, y se mantiene conectado con la red Infoclima.net, lo que le aporta datos precisos que Franco distribuye a toda la región.

A partir de una entrevista que brindó a la radio LT23 de San Genaro, el niño nacido a pocos kilómetros de Roldán se hizo conocido y sorprendió a los oyentes por sus conocimientos. Durante esa charla, contó que difunde pronósticos y alertas a través de un canal de WhatsApp en el que tiene muchos seguidores, y reveló que brinda charlas a sus compañeros de escuela para contagiar su pasión y explicar el funcionamiento de la estación. De esa forma, cultiva su interés por el clima: “Todos los días aprendo algo nuevo, es un mundo infinito”, señaló.

Aún cuando su pasión es incipiente y la propensión por este tipo de fenómenos recién comienza, Franco sueña en grande y se ilusiona con erigirse en un profesional de la meteorología. No solo eso, también se imagina saliendo a cazar tormentas en diferentes lugares del planeta. Por lo pronto, la curiosidad de mirar el cielo un día gris le abrió un mundo nuevo y, a cada día que pasa, enseña y transmite lo aprendido. Tiene el apoyo de su familia y una estación soñada en el techo de casa, a la que se sumerge con devoción cada día de lluvia.