La noticia es tan recurrente y tan repetitiva que ya parece la misma siempre. Pero no lo es. Un matrimonio bonaerense que viajaba a Córdoba fue víctima en la noche de este miércoles de un nuevo asalto en la autopista. Tal como ocurrió el martes con víctimas oriundas de El Trébol, fue en el kilómetro 301 a la altura de calle Wilde en la salida de Rosario. Sí, ahí donde están los patrulleros asentados hace meses.

La modalidad fue la de otras tantas veces: el conductor del vehículo debió detenerse en la banquina a arreglar un neumático que se le había pinchado y en ese momento dos hombres armados se le acercan y a punta de pistola le roban pertenencias como celular, billetera y documentación.

Los casos desnudan la incompetencia de las fuerzas de seguridad en abordar una problemática que a simple vista no reviste de demasiados ribetes complicados: los asaltos son siempre en el mismo lugar, bajo la misma modalidad, y a cualquier hora del día. Lo que faltan quizás son luces, de las que se prenden para ver mejor y también de las que deberían tener funcionarios responsables para tomar cartas en el asunto.

Según consignaron fuentes policiales al diario La Capital, este último episodio se registró alrededor de las 22.40. Hipólito L., de 54 años y oriundo de la localidad bonaerense de Ituzaingó, declaró que viajaba junto a su mujer y que en ese lugar tuvo que detenerse sobre la banquina porque se le había pinchado un neumático.

A poco de asumir, el gobernador Miguel Lifschitz recorrió la zona y prometió iluminar la zona e incluso trasladar el asentamiento irregular que se estableció allí. Sin embargo, aun no se vieron movimientos en ninguno de esos sentidos. Y los robos, siguen ocurriendo.