Emprendedores

Inspirados en El Topo, cuatro amigos se reunieron en Roldán y crearon una empresa de churros congelados

Aprovechaban los encuentros esporádicos que permitía la pandemia para juntarse en una casa de Tierra de Sueños 3 y ahí idearon el emprendimiento, que tuvo un gran crecimiento en dos años. Hoy tienen fábrica en Rosario y piensan expandirse.

Las esporádicas reuniones entre amigos en pandemia eran una vía de escape con el fin de socializar, aunque para algunos también fueron una posibilidad de emprender. A mediados de 2021, en una casa de Tierra de Sueños 3, cuatro amigos dieron origen a Chic Churros, una marca de producción artesanal que creció sobremanera en dos años y que tiene grandes aspiraciones de expansión desde Rosario. Luego de probar con diferentes recetas, dieron en el clavo con una idea innovadora de churros congelados y salieron al ruedo.

“Somos cuatro amigos de toda la vida, fuimos a la escuela juntos y siempre habíamos tenido la idea de hacer algo en lo que es gastronomía”, contó uno de ellos, Maximiliano Salva, a El Roldanense. En un principio, la intención del grupo era adentrarse en el rubro de las pastas caseras, pero pronto comprobaron que había mucha competencia y analizaron otras posibilidades. “Así surgió esto de los churros, justo ese año habíamos ido a la costa de vacaciones con las familias y siempre comprábamos en el local El Topo”, recordó.

Precisamente, tomaron como inspiración los productos del icónico comercio costero y pensaron en realizar unidades congeladas. “Veíamos que era algo en plena expansión por la pandemia y nos pusimos manos a la obra”, describió Salva, quien antes de poner primera en este negocio con amigos fue chef, estudió cocina, hizo pastas caseras y trabajó como delivery de sushis. Equiparon de cosas mínimas la casa de TDS3, propiedad de uno de los socios, y avanzaron en el proyecto. “Probamos diferentes recetas hasta que elegimos la que nos gustó”.

“La verdad es que crecimos más de lo esperado y le seguimos dando para adelante”, afirma actualmente Maximiliano. Tras aquel comienzo, alquilaron un espacio en zona norte de Rosario y montaron la fábrica por calle Carrasco al 1500. “Empezamos con los churros, buscamos clientes y fuimos creciendo de a poco. A principios de año largamos el chipá, ahora tenemos dos productos y pronto sacaremos un tercero”, aseguró. “El objetivo es diversificar la producción y buscamos que siempre sea panificación congelada”, detalló.

Su crecimiento sin pausa se dio porque adoptaron como clientes a marcas de renombre en el ambiente, como el supermercado Carrefour, heladerías reconocidas (Bajo Cero y Cumbre, por ejemplo) y distribuidoras santafesinas, entrerrianas y cordobesas. “Es un producto de calidad. Priorizamos la materia prima que utilizamos. Usamos buena harina, buen dulce de leche y le damos mucha importancia a la calidad, algo que luego se refleja en que el cliente queda satisfecho”, argumentó.

Actualmente, Chic vende entre 10.000 y 12.000 docenas de churros mensuales, y entre dos y tres toneladas de chipá por mes. En sintonía, Salva señaló que la marca es la única de la región que vende este tipo de productos en forma congelada. “A nivel nacional solo hay una fábrica de Buenos Aires. Están más industrializados y venden cantidades muy grandes a todo el país”, diferenció. “Nuestro churro es congelado y cocido, algo muy innovador ya que el público no conocía el producto de esta manera. Uno está acostumbrado a comprar la unidad fresca, hecha en el momento”, puntualizó.

“Nuestro producto es más artesanal que otros industrializados. Al probarlo, te das cuenta de que es parecido al de la costa atlántica”, detalló el entrevistado, antes de describir el método de cocción. “Hacemos el producto, le ponemos manteca para que sea más crocante y lo congelamos inmediatamente para que la masa no envejezca y se mantenga cuando se calienta. Cuanto menos tiempo esté afuera, mejor es -explicó, y continuó-. Lo hacemos en el abatidor de frío y, una vez que se congela tipo piedra en media hora, embolsamos y mandamos en cajas a la cámara frigorífica”.

El desafío que afrontan los cuatro amigos ahora mismo es el de la expansión. Si bien han hecho inversiones, estudian mudarse o alquilar un espacio contiguo al actual para agrandar la fábrica. “Los mismos clientes nos piden más, por eso la idea es tener un abanico de variedades para ofrecer”, argumentó Salva. Aquellas reuniones en medio de las restricciones fueron un punto de partida. “Nos hacía bien charlar, algo que lógicamente seguimos haciendo, pero eso nos motivaba para crear algo juntos. Así ideamos el proyecto”.