Emprendedores

La casita de té que que escapa a los bares tradicionales y procura transformar el dolor en amor

Abrió en 2021 y continúa siendo un emprendimiento familiar que mezcla duendes y magia. Aseguran que cada vez llegan más personas que buscan un mensaje de aliento ante una pérdida, a las que ayudan desde la experiencia personal.

Cuando Claudia y su familia dieron origen a la casita de té de Mi Brunella, lo hicieron con el propósito de que cada visitante pudiera desayunar, merendar y pasar un rato de esparcimiento allí, entre duendes y magia. Sin embargo, detrás de esa atención que escapa a la de los bares tradicionales, había una razón de ser más profunda, la de transformar el dolor en amor. Tal intención se profundizó con el paso del tiempo, al punto de que cada semana llegan clientes que buscan una expresión de cariño, un lugar de contención.

La inauguración de la casita se dio dentro de un proceso de transformación familiar, ante el fallecimiento de su hijo Bruno. Es en ese contexto que Claudia brinda su experiencia a personas que pasaron por episodios similares, pero también atraviesa un camino singular de sanación en el camino. “Viene gente muy especial, con experiencias de suicidios, abandonos, pérdidas. También, muchas mamás que han perdido hijos, tanto de la ciudad como de otros lugares. Han llegado en la búsqueda de transformar el dolor, si bien cuesta mucho”, contó a El Roldanense.

¿De qué manera lo realizan? Mediante diferentes actividades temáticas o charlas. Por ejemplo, a través de los mensajes que brindan las cartas del mazo de Mi Brunella, la muñeca diseñada especialmente para la ocasión y que, según cuentan, tiene el poder de transportar a la niñez a quien la abraza. “Cada vez viene más gente en búsqueda de nuestra palabra, que es a la vez la experiencia de uno sobre cómo pudimos transformar el dolor y lo que pasó con Bruni. En muchas ocasiones, simplemente se trata de acompañar”, expresó.

Toda la familia trabaja en la casita y se encuentra constantemente en la cocina. De hecho, cada cosa que la gente puede consumir allí es casera. “Siempre llega quien tiene que llegar, nosotros creemos mucho en la magia. Aquí vienen niños chiquitos hasta gente grande que acude a tomar un café”, explicó Claudia. “Muchas personas nos dicen que se van tranquilas, contentas y que se vuelven con otra energía. Ofrecemos el amor, es lo que tenemos”. En la casita no se escucha música de fondo ni hay Wi-Fi.

Claudia argumentó que se siente capacitada para brindar un mensaje de amor porque “conocemos este dolor” en experiencia personal. “Pudimos comprender el suicidio de Bruno, entender lo que a veces no se puede, y hallarle la forma. Buscamos que quienes nos visitan comprendan que este es un lugar que tiene mucha paz”, afirmó. “Aquí van a encontrar un abrazo, cariño y el apoyo que, a veces, es sin hablar, ya que las palabras sobran. Estamos abiertos a lo que cada uno necesite y quiera”, puntualizó.

“En estos dos años desde que inauguramos la casa, creo que hubo un crecimiento personal, aparte de todo lo que uno puede lograr”, dijo Claudia. A la vez, señaló que el boca en boca es fundamental, ya que una expresión de amor recibida en la casita puede ser replicada en otros ámbitos de la ciudad. “Sanamos con la gente que viene y no es que solo la ayudamos, sino que también nos ayudan a sanar a nosotros. Siempre digo que esta es una cadena de favores, ellos me ayudan a mí y yo a ellos”, esgrimió.

Hace poco tiempo, la familia responsable de la casita participó de una exposición en Rosario dentro de la cual pudieron exhibir lo que hacen día a día. Fue en esa oportunidad que Claudia pudo reunirse nuevamente con alumnas a las que no veía desde hace años, pues había dejado de frecuentar las expos tras el fallecimiento de su hijo. Al mismo tiempo, mostraron las terapias que realiza Iván, hermano de Bruno, como sesiones de tarot y biodescodificación, y las constelaciones familiares que realiza ella. 

Actualmente, trabajan en la continuación del libro que presentaron en 2022, donde la madre cuenta en primera persona sus sentimientos, y dan vida a un segundo mazo de cartas que elaboran codo a codo. Mientras Claudia e Iván escriben los mensajes, Milagros toma las fotos para ilustrar cada unidad. “El mes que viene se cumplirán nueve años desde que Bruni murió, y nosotros nos encontramos más fuertes gracias a este lugar”, refirió. “Roldán es hermoso, nos dio mucha felicidad. Me encanta su gente y siento mucha paz acá”, describió.

“Nosotros no vivimos como mucha gente lo hace. Creemos en cosas en las que no todo el mundo cree. Hacemos nuestro propio mundo en casa”, exponen. “No vemos noticieros, tratamos de manejar lo que nos va pasando y vivimos lo que surge en el momento. Siempre estamos primeros nosotros y así seguimos de pie, compartiendo y ayudando a los demás”, relataron. “Todo lo que pasó con Bruni nos enseña que podemos hacer algo más, que las personas pueden venir y llevarse ese mismo mensaje”. Es esa la verdadera metáfora de Mi Brunella.

Las vacaciones de invierno, en la casita

Con diferentes actividades de mandalas y duendes, más jornadas íntegramente dedicadas a artistas como Frida Kahlo o Salvador Dalí, La Casita de Mi Brunella desarrolló una variada agenda para que los chicos disfruten sus vacaciones de invierno. “Serán maravillosas y libres. Los chicos y las mamás se llevarán el mensaje que vienen a buscar, desde jugar hasta encontrarse con sí mismos. Además, las madres también van a hacer sus tareas para despegarse de los niños, algo que muchas veces necesitan”, contó entre risas.

La dirección es Emilio Petorutti 394 y la agenda se puede consultar haciendo click aquí.