Un viaje en el tiempo hacia las heroicas andanzas de Pocho Renz
Culminó una muestra homenaje para el más grande automovilista que alguna vez tuvo Roldán. Objetos que cuentan historias y la voz de su entorno cercano.
Este lunes 15 de agosto culminó la muestra organizada por la Municipalidad para homenajear al gran Héctor Pocho Renz, en el marco de los festejos por el 150º aniversario de la fundación de Roldán.
Durante siete jornadas, la comunidad tuvo la posibilidad de acercarse –así lo hizo en muy buen número– al SUM del Paseo de la Estación y apreciar toda una serie de objetos relacionados a la historia del más grande automovilista que alguna vez tuvo la ciudad.
Sin dudas la principal atracción de la exposición fue el intrépido bólido Roldanense con el que Renz se coronó tricampeón del Campeonato Argentino de Ford T entre 1966 y 1968. El vehículo fue restaurado de modo íntegro por su hijo Raúl.
Sobre la relación entre Pocho y el inolvidable coche, su copiloto Nedo Rígoli recordó en diálogo con El Roldanense: “Se entendían tan bien que parecían hermanos. Y se amaban, el auto también era su novia”.
Las heroicas andanzas de aquellos años derivaron en la conquista de otro de los objetos que se llevaron todas las miradas en la exhibición: un trofeo de casi dos metros de altura. “Esa copa es mía”, le vaticinó Renz a Rígoli el día en que el premio fue presentado en la localidad cordobesa de Hernando.
Entre muchos otros objetos, también se pudo observar el casco partido a la mitad como consecuencia de un grave accidente ocurrido en Ramona allá por 1966 y una nota de felicitación redactada desde la firma Ford en Estados Unidos.
Además, se pudieron apreciar fotografías que dan cuenta del aspecto artístico de Pocho, quien supo deslumbrar como cantor en diversos escenarios y encuentros. Quienes lo escucharon aseguran que tenía grandes dotes para el tango y los valses.
La voz de sus afectos
El Roldanense visitó la muestra y se encontró con dos de los hijos de Pocho, así como con Nedo Rígoli, cuñado y copiloto del enorme corredor. Cada uno de ellos brindó conmovedoras palabras para recordar desde el corazón al gran Héctor Renz.
Gustavo Renz: “No me tocó vivir esa época, pero me tocó la época posterior, la de escuchar todas las historias. La verdad que te llena de emoción, ver cómo todo fue logrado a pulmón, que corría y a la vez era el mecánico, cómo le costó llegar a ser tricampeón. Esta muestra es más que emocionante: no hay muchas personas que sigan trascendiendo generaciones de esta manera”.
Raúl Renz: Recuerdo muchas cosas. Cuando yo era chico se terminaba de cenar en casa, mi vieja levantaba la mesa, se ponía una cobija y el motor arriba de la mesa. Se hacía leva con la máquina de soldar y con la lima dentro de la cocina. Cuando tenía seis años mi viejo me daba una pinza larga que apenas podía levantar. Aprendí a soldar y muchas otras cosas que él me enseñó. Pero en realidad no era que te enseñaba, sino que vos tenías que mirar y copiarle.
Nedo Rígoli: Las vibraciones del auto te iban invadiendo el alma. Pocho era un cuidadoso del auto porque lo quería mucho. Parecía que se entendían. Yo más de una vez pensé que había una comunicación entre los fierros y el piloto. Faltaba que hablara el auto, pero ellos en su idioma se entendían. Yo iba como copiloto y era un espectador de lujo, porque hubo muchas cosas que aprendí corriendo con un gran campeón.